17 Ene 2019
J enero, 2019

Lucha por el primer empleo

Baltasar Rodero

Lucha por el primer empleo. Nuestro itinerario vital, normalmente está sembrado de acontecimientos, en la mayoría de las ocasiones ordinarios o normales, aunque en otras pueden ser inesperados o incluso planificados, pero que unos y otros van a tener un enorme peso en el devenir del individuo que los sufre.      

Uno de los más significativos, es el paso que marca el inicio de la vida laboral. Terminamos la formación académica secundaria, y muchos se encaminan hacia el campo universitario, donde aspirar a conseguir una profunda formación, en algún área de conocimiento, su disposición es resuelta,  optimista y alegre, se cumple un sueño, aspiran a algo para ellos muy importante, tanto, que puede considerarse  la fuente de su futuro de bienestar, de realización personal, de vida plena.

Desde el primer momento, son conscientes de su objetivo, no dudan, no titubean, la idea es clara, por lo que su camino está perfectamente diseñado. Trabajan previa planificación, se organizan, siempre saben lo que tienen que hacer, el tiempo es caro, renuncian a todo lo que no se señale en su camino como importante, compiten con ellos mismos, cada día que pasa cumplen con su obligación con creces, están satisfechos, son felices, la cosecha es normalmente abundante, esto les motiva, y la siembra cada año se realiza normalmente con mas alegría y esperanza. Todo resulta como se diseña, la alegría, el placer y la satisfacción son casi infinitos.

Es el resultado del deber cumplido, es la recogida de unos frutos cuantiosos, abundantes, fruto del sudor, sacrificio, soledad, esfuerzo, dedicación, entusiasmo, etc. No puede darse mayor plenitud, gozo y paz, el esfuerzo que en muchos momentos fue extremo y les hizo adentrarse en la duda, ha merecido la pena.

Llega así el momento de la coronación final, la graduación, parece que el cielo está cercano, como si se pudiera tocar con la mano, las luces brillan mas, el ambiente les envuelve y mece haciéndoles sonreír de forma permanente, el futuro es suyo, está ahí, a su lado, un portalón inmenso, se les ha mostrado repentinamente abierto, de par en par, mostrándonos un mundo a nuestros pies, que es bello, hermoso, adornado de múltiples frutos, y todos lo pueden vislumbrar, tocarlo, traerlo al alcance de sus manos, sonríen y lloran de alegría, se creen los dueños de una bonita historia, tan bella, que parece una fantasía. Se creen con poderes para poder adentrarse en esa maravillosa selva que es la vida, a la vez de disfrutarla, quererla y gozarla, que alegría, lo conseguimos.

Pasa así un tiempo hermoso que nos permite saborear todo lo conseguido, y comenzamos lentamente a penetrar es esa arboleda tupida, que siempre la hemos sentido llena de vida  productiva. Los árboles vistos desde cerca son mas altos y dan más sombras, también se observan arbustos abundantes, que dificultan la deambulación, hay hierbas malignas, que pinchan y otras cuyo roce provocan alergias,  hay regatos, desniveles, incluso algún animal peligroso, hecho que nos ha sorprendido, porque se muestran dulces y amables, pero su mordedura puede ser venenosa, pudiendo provocar patologías serias.

En definitiva,  la majestuosidad, la hermosura, el sonido que nos llegaba procedente del movimiento de la hojas al paso del viento, o del agua al discurrir sobre los pedruscos, arbustos y hierbas, o el cántico de los hermosos pájaros de casi todos los colores y tamaños, etc., no son tales, todo en la realidad es más árido, rígido, frio y triste, en definitiva menos transitable.

De otra forma, surgen dificultades, nada es tan fácil como pensábamos, los currículum circulan en todas las direcciones, las entrevistas se repiten, pero cada día más espaciadas y más frías, dolorosas y exigentes, con ello la frustración va incrementándose surgiendo cierto tono de tristeza y desgana, convirtiéndose la alegre esperanza, que antes precedía a dichas entrevistas, en sacrificio, esfuerzo y dolor, por la falta de expectativas, adentrándose en el cansancio, preámbulo del agotamiento y umbral del abandono.

Ante esta situación, siempre se dan dos tipos de personas, aquellos que comienzan a poner en duda su esfuerzo, su sacrificio, incluso sus sueños, en definitiva todo lo que fueron capaces de construir, fruto de sus creencias y permanente luchas y bajan la guardia, comenzando a dudar de sus fuerzas y se rinden. Son personas que vivirán su fracaso y que según nos enseña el comportamiento, éste se volverá a repetir, se revive siempre lo que se ha vivido.

Otros no, otros no dudan, incluso los endurece, siguen, no desfallecen, sortean todos los obstáculos,  heridos en ocasiones, y en otras cansados por tanto esfuerzo, pero no dejan de avanzar, ellos siguen y siguen , la rendición no forma parte de su vocabulario, es la perseveración y la constancia la que practican, junto a la confianza en uno mismo, se saben ganadores, saben que al final, siempre está el premio, que en ocasiones cuesta , que a veces es caro, pero que merece la pena, la autoestima es grande, la motivación casi infinita, y los deseos de llegar no desfallecen, y yo desde siempre, les digo que esa elección es la ganadora.

Siempre he defendido, y así lo define el comportamiento exitoso, que teniendo el objetivo claro, bien definido, y siendo éste viable, los mejores argumentos para conseguirlo son, no revisarlo jamás, y perseverar, ser constante, alimentar la idea cada mañana, motivarse y no mirar jamás hacia atrás.   

Fuente: Baltasar Rodero. Psiquiatra. Enero 2019