Años y años, hemos venido escuchando, de forma reiterada y subrayada en ocasiones, nuestra amistad con la monarquía Alauita. “Es un pueblo vecino, con el que tenemos múltiples intereses, además de una amistad fraternal, fundamentada especialmente, en nuestras relaciones de buena vecindad, y construida lentamente a lo largo de muchos años”.

La amistad tiene su fundamento en la – empatía, en la que se dan sentimientos, fantasías e intereses comunes;- colaboración desinteresada, altruista, generosa basada en el afecto y respeto mutuo: -entendimiento incluso gestual, estamos tan cerca emocionalmente, nos sentimos tan al lado, que somos sabedores de las inquietudes de cada uno, de aquí que sin esfuerzo ninguno, se pueda lograr una homeostasis en cualquier circunstancia.

Obviamente, el -respeto es escrupuloso, no puedo exigir, ni esperar, ni desear algo que de antemano sepa que contraviene al amigo, nace así la solicitud del diálogo más sincero y honesto, y la asunción por parte de ambos de un realidad compartida, que en algún momento puede beneficiar a todos, un cambio en el armazón del sentimiento base.

Es además un -estado permanente de vigilancia, que impide todo tipo de agresión del tipo que sea, al amigo, su defensa es inquebrantable, inamovible, y el deseo que se persigue es el bienestar de ambos, cuya base es la cooperación en el entendimiento.

Es bien cierto que en un mundo globalizado, y multicéntrico, se dan circunstancias que provocan cierta distorsión en esa unión, no obstante, ambos han de entender esta realidad que les supera, que no depende de ellos, y que se pueden superar desde el dialogo, desde el afecto y respeto, para adaptar su realidad a la dictada internacionalmente, aquí no se dan caprichos, ni irreflexiones ni intereses bastardos, se ha producido una situación que supera a ambos, y ambos inteligentemente y de forma respetuosa, desde el afecto mutuo, han de tratar de adaptarse a la nueva situación. “Dos amigos íntimos se separan, cuando sus padres internan a uno, la separación no existe emocionalmente porque el sentimiento persiste”.

Una de estas circunstancias intrusa, fue el tratamiento de la situación del Sahara frente al mundo, pueblo que vivió dieciocho años como provincia  española, y que su abandono en circunstancias complejas del gobierno español, produjo cierto vacío en éste, por lo que Marruecos la declaró como una provincia más de su reino. El conflicto se deriva de la legalidad de esta situación, denunciada por la ONU, pero que al ser reconocida por el presidente de EE.UU., Trump, buscando el equilibrio en Medio Oriente, Marruecos enriqueció sus argumentos, para que sus aspiraciones fueran aceptadas.

Por otra parte, este multicentrismo tiene otro referente en la Unión Europea, de la que España es miembro de pleno derecho, en este caso su corazón puede estar partido, ¿cómo ensamblar el poder satisfacer a su amigo Marruecos, sin quebrar su pertenencia a la Unión Europea, ni a los ciudadanos del Sahara, que ella cuidó durante dieciocho años?

Este equilibrio imperfecto se rompe, al ser atendido en un hospital español la primera autoridad del Sahara, que entró en España con pasaporte diplomático, pero que todos saben quién es y lo que representa su atención. Todo ello se complica más al tener este individuo causas pendientes con la justicia Española.

De la totalidad de los inconvenientes descritos, ninguno de los mismos ha sido creado por  nuestro gobierno, ni directa ni indirectamente, solamente ha sido afectado por los mismos en contra de su voluntad, por lo que la apuesta es, seguir definiendo las relaciones con el reino de Marruecos, de amistad y buena vecindad, pero yo entiendo que ante la situación descrita de forma objetiva, esas relaciones que a todos interesan, que sean leales y positivas, han de tener otro calificativo, son demasiadas las ocasiones que hemos puesto la otra mejilla.

Lo demandan los hechos acaecidos hace unos días en las playas de nuestras provincias, Ceuta y Melilla, el pueblo marroquí, fue animado a saltar los limites de sus fronteras, siendo los jóvenes y los niños, gracias a su fortaleza física, los que especialmente saltaron las vallas, y posteriormente nadaron, llegando a territorio Español, exhaustos, sin fuerzas, asfixiados, con necesidad de agua, comida, calor, y afecto humano, así como cercanía humana y cariño.

Lo habían pasado muy mal, muchos pensaron que era su último viaje, nadaron sin fuerzas, siendo al final la policía española quien les sacó del agua, con la especial desgracia de ver madres nadando con niños en sus brazos, y niños menores, algo inhumano, y por ello incomprensible, y más entre países que se quieren llamar  hermanos.