02 Ene 2020
J enero, 2020

Mi muy querida ciudad

Baltasar Rodero

Pensaba esta mañana, al levantarme y sentarme sobre la cama, donde normalmente, leo, estudio o escribo, sobre la ciudad en la que me gustaría vivir, sobre la ciudad que nos reportara a todos más tranquilidad, más serenidad, menos presión o tensión, en definitiva, que nos permitiera una estancia mas gozosa, y que solicito a los Reyes Magos.

Acudieron a mi mente mucha imágenes, con diferentes formas, colores y estructuras, porque cual carrusel iban y venían reemplazándose unas por otras, de tal forma que sin esfuerzo, y casi inconscientemente, fui filtrando lo que más me atrajo de cada imagen, y lentamente fui diseñando aquella mas sencilla, amable, y pacífica y por ello habitable.

La ciudad nació para compartir vida, que es movimiento dirigido junto a otros, y esto ha de poderse realizar de la forma más armoniosa posible, con los menores obstáculos, y el mayor silencio, ello significa que sobran aparatos ruidosos, como coches, motos etc., que hay que limitar o alejarlos de nuestra cotidianidad, son una enorme molestia para todos. Pensemos como sería una ciudad, donde solo transitara el transporte público, silencioso e inteligente, especialmente en una amplia zona central de la ciudad.

Obviamente, este transporte público, llegaría a cada rincón del municipio en horario estricto, respetando alguna singularidad para transporte de enfermos o niños, En definitiva, lo medular sería, que el silencio y la ausencia de obstáculos, fueran los verdaderos protagonistas.

Los colegios se situarían en lugares estratégicos, bien comunicados, con buenos accesos, y distribuidos por distritos, dependiendo del número de habitantes del mismo, Ello significa que el niño se puede desplazar cómodamente andando, y además en ausencia de peligro, aprendería de inmediato a integrarse, y eso en nuestra sociedad, donde el apego es frecuente, sería ideal.

Se lucharía por una formación gratuita y accesible para todos, en la que se diera igualdad de oportunidades, apoyando al que menos tiene con becas, siempre que cumpliera, además del requisito económico, el educativo, reestructurándose la formación profesional y universitaria, teniendo en cuenta nuestras propias necesidades reales.

Como todos los alumnos no son iguales, en cuanto a atributos facilitadores del conocimiento, esfuerzo, trabajo, lucha, sacrificio, renuncia, etc., éstos se premiarán, mediante el diseño de seminarios específicos, no se puede desaprovechar el capital humano, especialmente la capacidad de sacrificio, no hay que premiar al inteligente, sino al inteligente o menos inteligente que trabaja, que le gusta conocer, que lucha, que quiere superarse, que está enamorado del conocimiento.

Desarrollar un sistema que seleccione y publicite esta riqueza, puede ser muy positivo, pues hay muchos alumnos, que por carecer de referentes de apoyo y guía, se anarquizan, se dispersan o marginan, pues se ignora como son, cuáles son, o cual es su preparación, ello significa que siendo brillantes, y estando en posesión de una óptima preparación, jamás alcancen el lugar que les corresponda.

Pensemos también que, con el transcurso del tiempo nos hacemos mayores, si no se da algún desgraciado adelanto, y en ocasiones carecemos de los bienes necesarios, para vivir bajo techo, agravándose esta situación cuando estamos solos, bien por elección o porque la compañía se ha ausentado.

Esto es realmente dramático, hay que vivirlo de cerca, sentirlo en el alma, es muy doloroso, necesita pues respuesta inmediata, no puede ser que haya dinero para luces que no se necesitan, u otras fiestas, y que no haya un digno techo, y un alimento caliente, para algunos convecinos, parece además de inhumano, irreal, propio de una fantasía dramática, pero es real, algunos lo sufren.

Se hace pues necesario un parque de viviendas, de pequeñas dimensiones, con espacios públicos, para disfrute del paseo, que permitan abrigo, y estabilidad, junto a un equipo de profesionales de la solidaridad, que les atiendan en sus necesidades, amén de residencias adecuadas y gratuitas, donde puedan recibir atención especializada. No se puede permitir ante tanto despilfarro, que un vecino, un ciudadano de al lado, sufra frio y hambre.

Se han dado pasos para la población en general, facilitando su movimiento, haciendo más fácil su caminar por una ciudad tan accidentada, con la implantación de escaleras eléctricas, y montacargas públicos. Por cierto, se hace vital, aprovechando la reforma de la calle Isabel II, que se acorte la cuesta de Ruamayor, con la implantación, en la calle Emilio Pino, en la base de la actual escalera, de un montacargas. Se trata de un paso frecuentado, como atajo para los viandantes que se dirigen, a la Consejería de Fomento, a los Juzgados, y al Parlamento, además de los vecinos de la zona.

Esto, en beneficio de todos, debería ir lentamente adquiriendo forma, culminándose , con la prolongación de la ciudad sobre la bahía, ésta es nuestra riqueza natural, lo que nos define frente al resto de la población española y mundial, es nuestra grandeza regalada, y permanece escondida, como una mala hijastra, démosla luz, trascendámosla, situémosla en el templete de la ciudad, saquémosla, mostrémosla, nadie en el mundo puede presumir de tal belleza, hagamos un esfuerzo por mostrarla en todo su esplendor, encumbrémonos, salgamos de la mediocridad, y apostemos por un bello y prolongado paseo, frente a la misma.

Autor. Dr Baltasar Rodero. Psiquiatra. Enero 2020