No habíamos vislumbrado el horizonte, cuando sin esperarlo, de forma brusca, da comienzo otro periodo de oscuridad. Se cumplen años en esta fecha del confinamiento, un virus nacido en China, se fue extendiendo a velocidad de relámpago, inundando la totalidad de los países, provocando una pandemia con visos de peligrosidad múltiple. Primero incide especialmente en las personas mayores a las que mata, pero a tal velocidad que no se las puede enterrar a su tiempo, de igual forma ataca al resto de la población, con mayor gravedad a las personas vulnerables, o aquellas que sufren alguna patología, o que disponen de una inmunidad insuficiente, progresa e incide en el resto de la población incluida la población infantil, surgiendo una respuesta social un tanto desordenada, por el desconocimiento del virus y de su evolución, pero repercutiendo gravemente en los comportamientos sociales, y en el bienestar económico.
Surge el cierre de diversos negocios, especialmente de aquellos que van dirigidos al ocio, se ralentiza el nivel productivo al congelar la industria, y otras actividades como la construcción, nacen y se organizan las ayudas económicas, se suspira por un tratamiento eficaz, y especialmente se especula con la posibilidad de una vacuna, aunque el tiempo corre y la incidencia y en consecuencia la enfermedad, muerte y pobreza, van surgiendo, aparece la vacuna y nace con ello una esperanza que va siendo con el tiempo discreta, dado que la incidencia no cesa, sigue la enfermedad y se comienzan a ver cuadros de covid persistente, o secuelas del proceso que no se resuelven.
Nace a la vez el malestar de la población, no encuentra explicación ni a la enfermedad ni a su respuesta, se estresa, además se dan diversos grados de confinamiento, o de pérdida de libertad, todo es confuso, todo es oscuro, el horizonte que tocábamos casi con la mano se disipa, se hace invisible, haciéndose visibles los diferentes cuadros emocionales, cefaleas persistentes de tensión emocional, mareos sin causa aparente, cuadros de estrés puntual, o episodios de ansiedad o ataques de pánico, trastornos de ansiedad permanente, cuadros depresivos de diversa intensidad, comportamientos patológicos en la adolescencia, incrementándose el consumo de sustancias psicoactivas, así como las apuestas, junto al consumo de pornografía, y un incremento notable de cuadros de violencia… era mucho tiempo el de la pausa en su vida, y necesitaban estar en el mundo, compartir sus vidas, encontrarse con su identidad, por lo que además los suicidios como respuesta al dolor social, que provoca el enfrentamiento con la vida, cuando ésta carece de sentido, también se incrementaron.
Después de la desgraciada destrucción de parte de la isla Bonita, fruto del vómito de un volcán, con la desaparición, pueblos, viviendas y cosechas, y el desplazamiento de parte de sus habitantes que perdieron todo, surge un rugido en Ucrania, cuyo eco recorre el mundo, Putin, creyéndose el heredero de los zares, el responsable de conseguir los límites que tuvo la U.R.S.S, manejando un razonamiento, ofensivo y cruel, fruto de una personalidad narcisista, desnuda su dorso, le luce cual halcón de las alturas, coge su corcel esplendoroso, y sin más justificación que el poder, invade a Ucrania, bajo la locura que de que para él es una operación militar, la guerra solo existe fuera de Rusia, allí no se puede nombrar, porque hacerlo, te lleva a la cárcel. Este proceso comenzó hace ocho años en la parte oriental, o en la región de Donbas, y ahora continua, porque no se conforma con la anexión de una región, exige la totalidad de la nación.
Las consecuencias, las de todas las guerras, destrucción, muertes, separación de familias, sufrimiento y emigraciones en masa, en la actualidad se cifran en más de tres millones de personas, las que se han exiliado a los países limítrofes, además de al resto de los países europeos, donde ya vivían algunas familiares
Las imágenes televisadas de diferentes episodios son trágicas, la desolación lentamente sembrada, la destrucción de todo tipo de construcciones civiles, hospitales, escuelas, orfanato…, la falta de alimentos, electricidad y agua, se hace cada día más penosa, sin que se vislumbre la luz, a pesar de las diferentes reuniones que han mantenido las dos partes.
No sé donde se situará el fin, ni cuál será la fórmula que limite este desastre inhumano, lo que si se, es la capacidad de resistencia del individuo, el ansia que anida en su espíritu por respirar, por seguir viviendo, el deseo de permanecer entre nosotros, y si a este deseo o necesidad natural de cada uno, se suma el amor hacia lo que pierden, sus raíces, su identidad, su familia y amigos, la fuerza se hace inconmensurable.
Fuente Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2022.
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