11 Jul 2019
J julio, 2019

Pesimismo defensivo

Baltasar Rodero

Pesimismo defensivo. El pesimismo como estado de ánimo, o actitud ante la vida, convive históricamente entre nosotros, forma parte de nuestro ser, es protagonista de nuestras interacciones, de nuestro entender, de tal forma que protagoniza nuestra vida cotidiana, como propensión a juzgar las cosas por su aspecto más desagradable, o negativo.

Desde este sentimiento se puede  afirmar, que vivimos en el peor de los mundos, donde el dolor, la miseria y la desgracia, son perpetuos, Schopenhauer, y  en el que jamás podremos tener aquello que deseamos conseguir, negando a su vez el progreso, y la posibilidad del alcance de cierto bienestar, del individuo.

Desde el ámbito del mundo occidental, uno de sus primeros ecos se recoge en el libro de Job, en su eterna, permanente y penosa lucha. Plutarco tomándolo de Aristóteles, lo describe en la leyenda de Sileno, en la que afirma por lo penoso de la vida, que lo mejor que le puede pasar al hombre es no nacer, y caso de que naciera, morir inmediatamente después del nacimiento.

Lo fundamentan con sus opiniones los filósofos irracionalistas, especialmente Schopenhauer, y Kierkegaard, así como algún escritor del renacimiento, llegando a afirmar que el ser humano, ni es nada, ni creará nada, ni podrá alcanzar la posibilidad de  hacer nada, doctrina que surge con fuerza con los existencialistas, especialmente con Heidegger, adquiriendo todo ello especial sentido,  en el campo de las religiones, al estar representadas en todas ellas,  el mundo, como morada del mal, o de continuo sufrimiento, y en él que la penalidades son múltiples.

El concepto de pesimista, fue introducido por Voltaire, en contraposición al de optimismo, desde el que se analizan las cosas, desde una perspectiva más favorable, positiva, esperanzadora o ilusionante,  y que creó Leibniz, ambas actitudes, pesimismo y optimismo, son las dos caras de una misma moneda.

Una persona pesimista, es una persona sin esperanza, con cierto rictus de tristeza, o de seriedad exagerada y retraída, insegura, que desarrolla un verbo o discurso, crítico, agrio sarcástico y suspicaz, salpicado de miedos diversos, con una observación parcial y negativa de las cosas, exagera las dificultades, a la vez que multiplica la presencia de las mismas, vive además en eterna angustia, al ser su preocupación una constante, algo que jamás caduca.        

Observa siempre un mundo lleno de imperfecciones, por lo que afirma que estamos situados en el peor de los mundos, destacando que no somos nada, que no sabemos nada, por lo que la vida en sí, carece de propósito. Para él pesimista, este mundo es el peor de los mundos, nuestro dolor es perpetuo, Schopenhauer, no existe progreso, las diferentes generaciones se engullen sin aportar nada que sea positivo, que aporte un hálito de esperanza.

La observación optimista es más objetiva, más locuaz y desinhibida, más nítida, más amable y compresible, lubrica incluso la realidad y la hace más atractiva y  expresiva,  aportando un mayor grado de confianza y de esperanza. Todo es más grato y positivo, todo pues es posible, todo en nuestro alrededor,  está en actitud de servirnos, somos los reyes de la naturaleza, de la que nos podemos servir con inteligencia, haciéndola a la vez más rica, más diversa y más plural.

Son pues dos visiones opuestas de la misma realidad, que al ser ésta la que realmente es, y no otra, lo que cambia en el fondo,  es el foco de observación, que se sustenta, a la vez que es fruto, del temperamento, de la forma de ser, del  humor, o del estado de ánimo del individuo, que por otra parte podrá ser circunstancial, guardando relación con algún hecho concreto, o momento específico,  o estable o permanente, como consecuencia de la personalidad específica del individuo.

Diferentes estudios han revelado, los efectos positivos que para el individuo tiene el optimismo, pues además de propiciar una estancia más grata, por lo esperanzado y rico,  en nuestro tránsito, incrementa nuestras defensas inmunológicas, disminuyendo con ello la presencia de procesos morbosos.

Pero a la vez se ha observado, que el pesimismo tiene sus efectos beneficiosos, primero porque es parte de la forma de ser del individuo, es una variante normal de la personalidad o del carácter,  no es por ello algo anormal o patológico, y además en ocasiones facilita una aceptación más positiva, de un hecho negativo por lo esperado, y con ello, el grado de malestar propio del mismo, siempre va a ser menor, al ser esperado.            

Últimamente se utiliza, incluso terapéuticamente por los beneficios que aporta, el pesimismo defensivo, que responde en esencia,  a la actitud del individuo, de situarse en la peor de las situaciones posibles, frente a un hecho esperado, de carácter desgraciado, penoso y destructor. 

Nos presentamos a una oposición largamente preparada, y en la que nos jugamos un puesto que previsiblemente nos va a  resolver económicamente la vida, la tensión, la expectativa, el miedo en definitiva al fracaso nos invade, y en ocasiones nos paraliza llegando al pánico.

Pensamos en la mayoría de las ocasiones en negativo, y observamos dificultades y problemas múltiples, aplicando la técnica del pesimismo defensivo, nos podemos situar en la peor de las situaciones, pensamos en ella, fantaseamos con ella, de tal forma que sea cual sea el resultado de la prueba, no nos puede sorprender, la hemos vivido, y en consecuencia puede incluso  quedar muy lejos, de la realidad fantaseada, el dolor, la frustración, el sentimiento de desgracia y de soledad son por ello mucho menores, su daño se ha atenuado.

Este tipo de pesimismo puede ayudar a aumentar la confianza, se ha comprobado mediante estudios longitudinales, que los alumnos que utilizaron el pesimismo defensivo, con el tiempo alcanzaron el nivel de auto estima de los optimistas, la esencia es la evitación exitosamente del fracaso.

También se ha comprobado que, los pesimistas defensivos observan grandes beneficios en el campo de la salud, la clave es que usa expectativas negativas para motivarse, tomando medidas preventivas para incrementar su control, sobre cualquier proceso morboso.  

Fuente: Dr Baltasar Rodero. Psiquiatra. Julio 2019