22 Nov 2018
J noviembre, 2018

Por una muerte digna

Baltasar Rodero

La prolongación de la vida, gracias a factores como, la cultura, higiene, dieta, auto-cuidados, etc., implica la posibilidad de una mayor incidencia de enfermedades degenerativas, irreversibles, limitativas y dolorosas, situación que viene demandando socialmente, fórmulas para poder conseguir una muerte digna, una muerte que pueda ser, o no, intencionadamente provocada, con el objetivo de poner fin al dolor y sufrimiento, cuando éste se hace  inasumible para el individuo.

Se trataría de pacientes en situación de extrema gravedad, que sufren o han sido desahuciados, al carecer de una respuesta terapéutica adecuada, siendo la eutanasia el acto que va consiguiendo más eco, y que aspira a poner fin a ese sufrimiento estéril y destructor, bien de forma directa o activa, provocando la muerte mediante un acto dirigido, con la aplicación generalmente de una sustancia letal, o pasiva, omitiendo de forma voluntaria una acción, que se sabe desencadena la muerte.

El suicidio asistido, indica poner a disposición de una persona, los medios necesarios para llevar a cabo su propia muerte, especialmente drogas o sustancias afines. En éste caso el propio paciente, que sufre una enfermedad irreversible, es el verdadero protagonista de todo el proceso, y pone fin a su vida en las circunstancias y en el momento que elija.

En el suicidio asistido, el paciente elije momento y forma de morir, con el solo objetivo de cancelar todo tipo de terapias estériles. La intervención del médico, en este caso supondría, proporcionar el medio para morir, además de velar, porque ésta se produzca, sin dolor ni sufrimiento alguno. Su intervención sería legal y por ello legítima, no implicando un acto de caridad, sino el del cumplimiento explícito de la voluntad libre y autónoma, expresada por el paciente. En la mayoría de los países, actualmente se contempla  como delito punible, en otros se toleran ciertos tipos de conducta de cooperación. No hay que confundirlo con la inducción al suicidio, que implica quebrar la voluntad del individuo, para que se suicide.

Desde un análisis dinámico, respondería conceptualmente a un acto, que se situaría entre el suicidio: el individuo se quita la vida de forma consciente y voluntaria, y la eutanasia: en la que voluntariamente se solicita poner fin a su vida, por la circunstancia de sufrir una enfermedad penosa, irreversible, dolorosa y limitativa.

 La alternativa de los cuidados paliativos, consiste en ayudar al paciente terminal a sentirse mejor, tratando, o previniendo los síntomas: físicos, emocionales, sociales, espirituales, etc. Se pueden ofrecer al principio del tratamiento, en el curso del mismo, o al final.

La discusión del final de nuestras vidas, está siendo realmente muy rica, contando con opiniones distintas y distantes, porque el formato implica muchos y variados interrogantes, por la diversidad de los intereses, y áreas de conocimiento implicadas.     

Actualmente asistimos, a una extendida tendencia en la aplicación de suicidio asistido, en el que el protagonismo recae en su totalidad, sobre la voluntad del propio individuo, que desde su libertad y autonomía personal, decide de forma voluntaria poner fin a su vida de sufrimiento.

Se piensa que es un paso previo, y potencialmente más asequible y mejor admitido por la sociedad en general, que la eutanasia, que implica mas confusionismo, complejidad, y puede enmascarar intenciones o deseos, en algunos casos cuestionables o ilícitos, cuestionándose especialmente, en la situaciones definidas como involuntarias. Pensemos, en el exterminio nazi de los discapacitados, o en el asesinato de los espartanos recién nacidos, con malformaciones,     

Pero hay algo cierto, y que cuenta con una legión de defensores, a propósito de la distanausia, o ensañamiento terapéutico. La aplicación de medios desproporcionados para mantener un latido cardiaco artificialmente,  de forma innecesaria, es una situación cuando menos penosa, al solo aspirar a tener aquí, de este lado, un ser, sin ser nada. Este concepto ha de ser revisado, aceptando especialmente que la muerte forma parte de la vida, y que si esta, aspiramos a transitarla con la mayor dignidad, esta también la debemos que aplicar a la hora de la despedida.

En estos momentos, la eutanasia esta tolerada en algunos países, y es legal el Holanda,  Bélgica,  Luxemburgo, algunos estados de Estados Unidos, y Suiza, donde además se viene prestando el suicidio asistido. En otros países entre ellos España, se reconoce el derecho del paciente al rechazo de diferentes tratamientos, siendo nuestro fin la aceptación y aplicación del código deontológico, por el que de forma expresa se preconiza la posibilidad de una analgesia y sedación, que permita un tránsito más aceptable y amable, sin que este camino sufra ningún tipo de atajos. No obstante, se acaba de dar un paso en el parlamento, hacia la despenalización de la eutanasia, al aprobarse la modificación de apartado cuarto, del art. 143 del código penal.      

Además el mismo código deontológico permite, siempre que estemos frente a una enfermedad irreversible, un control del arsenal terapéutico, que no prolongue innecesariamente el tránsito final del camino. Hay que señalar los intentos innecesarios de abordajes terapéuticos, cuando existe la evidencia de que el curso de la enfermedad viene señalado, y solamente responde a nuestro mal entendido deseo, puesto en práctica de forma obstinada.

Actualmente los hospitales españoles cuentan con una comisión de ética, que aunque sus recomendaciones  no son vinculantes, le compete la intervención en determinados casos , con el objetivo esencial de conseguir una muerte digna, aceptando entre otras circunstancias que, una decisión de ciertas limitaciones terapéuticas, han de venir consensuadas, por los profesionales, el paciente, y en su defecto, por los familiares del mismo.

Desde el 2004 existe un registro de voluntades, o testamento vital, que trata, mediante el respeto a la legalidad y a ciertos principios éticos, de mejorar la relación médico paciente. Se ha de realizar ante notario, y se exigirá cuando el paciente carezca de voluntad.

Aún con la dificultades expuestas, se hace cada día más necesario ir caminando, hasta conseguir un final acorde con la aspiración de nuestro tránsito en la vida.   

Fuente: Baltasar Rodero. Psiquiatra. Noviembre 2018.