Si hacemos un repaso sencillo a nuestro recorrido histórico, nos daremos cuenta que cada núcleo de poder de gestión, social, familiar, institucional, particular… cuenta con una red mayor o menor de espionaje, su función es, en términos generales, la apropiación u obtención de la información, que permita conocer cuántos aspectos sean útiles para el que espía. Por iniciarnos en unos ejemplos, comenzaremos por la labor que un padre puede encomendar al hijo mayor, sobre las actividades que el hijo pequeño va a desarrollar en el día de su primera salida, o el profesor que se acerca a algunos de sus alumnos de confianza, para poder confirmar cierta sospecha que tiene de un alumno, que viene manifestando cierta inquietud, o la labor tan digna y meritoria que desarrollan diariamente los guardamontes, o cualquiera de sus compañeros, como responsables de la vigilancia de los productos agrícolas en general, o de la huerta en particular. Qué decir del patrón de una gran hacienda, que además de planificar la producción de la misma, siembra y recogida, junto a la venta del producto, ejerce de vigilante de cada uno de los peones, trabajadores u obreros del campo, que tiene encomendado. Así podríamos seguir casi indefinidamente, porque se trata en estos casos, de una función necesaria, e incluso vital, para permitir la estabilidad, crecimiento y desarrollo de la función de las personas, empresas, núcleos de gestión…

Este preámbulo viene a señalar la importancia de una función, que a nivel de un Estado es cuando menos imprescindible, teniendo como objetivo, el mantenimiento de la arquitectura, o la estructura de sus diferente organismos y funciones. Un estado democrático, y por ello libre y autónomo, con sus poderes independientes, y que responde a la voluntad de los ciudadanos expresada en votación libre, necesita conservar, además de fortalecer cada día, los diversos organismos e instituciones propios del mismo, pues han de conjugarse, articularse y vertebrarse todos entre sí, con el fin de lograr y perpetuar, el carácter de independencia, y justicia de cada uno de los mismos, todo está concatenado, y todo tiene su específica función, que a la vez depende de otra, de tal forma que cuando falla alguna, pueden fallar varias o incluso todas.

El espionaje de personas representativas, funciones, o de otros poderes como los derivados de la técnica o informática, es en principio adecuado, porque pueden ocasionalmente ser sospechosos de subvertir nuestro ordenamiento, o equilibrio social, de tal forma que, cuando se den señales de esta posibilidad, la defensa del estado requiere de cierta vigilancia y control, porque ha de anteponerse siempre, a cualquier incidencia que ponga en peligro nuestra convivencia pacífica, nuestra organización cívica, o nuestra estructura organizativa.

Es obvio, que el juicio o la objetivación de estas circunstancias, puede ser en ocasiones subjetivo, pudiendo responder a deseos, fantasías, sospechas infundadas, caprichos o incluso al deseo de obstaculizar o prohibir hechos legales, por esto la exigencia, de que cualquier orden de vigilancia propuesta por el Estado, tenga que ir acompañada del correspondiente permiso de un juez de alto grado, y este, auxiliado si fuera necesario, por algún compañero de sala, tendrá la obligación de evitar que una función imprescindible y esencial, se convierta en algo caprichoso y espurio.

Con lo comentado, si estamos de acuerdo que el espionaje por parte del Estado, se trata de una función esencial e imprescindible, como auxilio eficaz, para velar por su estabilidad, al analizar cada posible peligro que de cualquier tipo pueda surgir, dentro o fuera de nuestras fronteras, es difícil entender el ruido que un grupo de políticos ha generado, sin que nadie aporte nada que lo justifique. Estamos ante un acto esencial para la defensa de un estado de derecho, dado que es una de los pilares donde se sustenta nuestro edificio constitucional, al tener como objetivo impedir todo aquello, fruto de personas, sociedades, grupos sociales, o individuos, que trate de corregir, dificultar, deformar, o suplir… las diferentes normas, integridad territorial, o las relaciones institucionales internas o externas.

Hemos de ser cautelosos y prudentes, y por ello comenzar a buscar las anomalías si las hubiera, en cualquier proceso de escuchas para deliberar sobre las mismas, buscando la respuesta más adecuada, sobre la base de que el Estado ha de estar informado de sus posibles acometidas, que las ha habido, y por supuesto las seguirá habiendo. ¿Es de extrañar el espionaje a unas personas que se llaman a sí mismo independentistas, cuyo objetivo es una real amenaza para la integridad territorial?

Texto Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2022