Hace algunos años, tuve ocasión de conocer e incluso vivir de cerca un hecho, en un pueblo de no más de cuatrocientos habitantes, que tuvo un enorme eco a nivel local, aunque su importancia careciera de relieve a nivel nacional.

Un vecino, sobre el que descansaba cierto renombre social, tan admirado por algunos vecinos, como despreciado por otros, muy activo y siempre con ánimo de protagonismo, se dispuso a realizar una obra carente de licencia, en la cuenca del río que discurría por el pueblo, al pensar que el terreno le pertenecía, tenía una finca que lindaba con el espacio que deseaba transformar. Conociendo el ayuntamiento el hecho, cursó una notificación de prohibición, además de darle cuenta personalmente de que el suelo era de propiedad pública, no obstante, entendiendo que la razón le asistía siguió con las labores de desescombro del lugar, recibiendo una orden judicial que le exigía la paralización absoluta de todo actividad, aspecto que incumplió, por lo que fue detenido y multado, además de un tiempo de cárcel que de acuerdo con la legalidad no tuvo que cumplir.

El vecino, espoleado por algunos convecinos, que a su vez vivían enfrentados a la mayoría de los ediles, después de un tiempo, pretendió iniciar nuevamente las labores que había suspendido, trasladando al lugar un tractor y la maquinaria correspondiente, siendo de forma inmediata detenido y multado, amén de que tuvo que cumplir un tiempo de cárcel. Hubo entonces manifestaciones de algunos vecinos que entendían que la razón le asistía, tachando de injusto el proceder del Ayuntamiento, dividiéndose el pueblo en, vecinos que defendían al causante de los hechos, y los que entendían que no tenía razón, y lo que pretendía era protagonismo y alcanzar la alcaldía que no consiguió en las elecciones recientes.

Como consecuencia de los hechos, de la persistencia del protagonista, de su afán en conseguir lo que no era suyo, inquietando además al resto de los vecinos y dividiéndolos en dos grupos, surgiendo como consecuencia enfrentamientos, enemistades, distanciamientos, a la vez de cierta inquietud generalizada en todo el pueblo, sin amenaza ninguna pero con la contundencia de la ley, este vecino fue amonestado y “espiado” de forma permanente un tiempo, por la autoridad competente, por su falta de control y altanería.

Esto que ha ocurrido a nivel local, en un pequeño pueblo desconocido para todos, lo hemos visto la totalidad de los ciudadanos españoles a nivel nacional, un grupo de personas a través de sus representantes, de forma clara, ha venido manifestando que su parcela de terreno da de comer a España entera, que su riqueza sirve para alimentar al resto de los vecinos de otros pueblos, que en definitiva les robamos, este discurso ha ido en el tiempo calando, consiguiendo un alejamiento del resto de la ciudadanía nacional, llegando incluso a plantearse la celebración de un referéndum no autorizado, que culminó con el pronunciamiento de una república local.

Este irresponsable hecho, siguió con la detención de todos los representantes públicos, que fueron juzgados en acto público y televisado, en el que les encontraron culpables de diversos cargos referidos a la alteración del orden publico y amenaza de la integridad, intereses y estabilidad nacional, siendo por ello detenidos y posteriormente encarcelados, para casi de forma inmediata estudiar por el gobierno su indulto, que fue concedido, por lo que en la actualidad gozan de todos los derechos de ciudadanos normales.

No obstante, como todos sus actos determinantes de este proceso, estaban prohibidos constitucionalmente, aspecto del que tenían conocimiento y desatendían y despreciaban, siguiendo en la desobediencia a la autoridad competente, que representa la garantía del cumplimiento de la ley, en evitación de prevenir cualquier amenaza o agresión a la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales, la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones, alguna de aquellas personas representativas, han sido vigiladas por el centro de vigilancia del Estado, dentro del campo de competencias de este, hecho que ha provocado, según recogen todos los medios, una enorme sorpresa en la causante de los actos, solicitando, e incluso exigiendo, explicaciones al estado, a través de su presidente.

La pregunta del hombre de la calle es, ¿qué esperaban después de su enfrentamiento con el estado, con la conciencia clara de lo que hacían?, pues fueron informados de sus tropelías por los expertos de su parlamento, amén de por las autoridades del estado, formando incluso un consejo de la república, con domicilio extraterritorial… ¿pensaban que no iban a ser vigilados o espiados, cuando de forma constante manifiestan y evidencian con su conducta que están transgrediendo la ley? “Los antecedentes son los mojones que marcan los itinerarios”.

 

Fuente Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2022