21 Oct 2015
J octubre, 2015

Suicidio en niños. Centro Rodero

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El suicidio infantil, entendido por aquel que se produce antes de los 14 años, es muy poco común en España. Lo dicen los expertos y lo ratifican las cifras del INE: en 2013, se quitaron la vida nueve niños de entre 10 y 14 años. Una cifra baja que, sin embargo, está inserta en una tendencia creciente. Los suicidios de 2013 duplicaron los de 2012 (cinco), y éstos, a su vez, los de 2011 (dos). La prevalencia es mayor en varones.

«A esas edades no es común, porque para que el suicidio sea considerado como tal, tiene que haber deseo explícito de muerte por parte del sujeto, se tiene que tener la consciencia de lo que es la muerte», explica José Luis Pedreira, ex presidente de la sección de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría y psiquiatra en el Hospital Niño Jesús de Madrid.

Una consciencia, la de la muerte, que se adquiere precisamente entre los nueve y los 11 años, aunque a partir de los ocho muchos niños empiezan a entender el concepto y preguntar por el mismo.

Pero, ¿qué lleva a un niño de una edad tan temprana a suicidarse? «Habría que verlo en cada caso. Cuando son tan pequeños hay que recoger el contexto y características evolutivas del niño, ver cómo afronta las situaciones y la frustración. Todas esas cosas que a veces parecen mínimas, en un todo nos hacen comprender la situación», explica Pedreira. No obstante, experiencias desagradables o traumáticas como violencia familiar, maltrato, abandono, acoso escolar o abusos se convierten en «un gran caldo de cultivo».

Unos factores de estrés que pueden generar un gran impacto en niños de esa franja de edad, «cuando a nivel cognitivo no tienen aún capacidad para afrontarlos», destaca Pilar de Castro, especialista en psiquiatría infantil y adolescente en la Clínica Universidad de Navarra. «De los ocho a los 12 años los niños parece que funcionan solos, pero en realidad están muy desprotegidos. Necesitan tiempo, dedicación y acompañamiento, y, por supuesto, saberse queridos».

Entre los factores de vulnerabilidad, los niños con personalidad más débil, tímidos, reservados, con dificultades sociales o falta de adaptabilidad. También los niños con problemas académicos e inmersos en situaciones familiares muy desestabilizantes. «Estos factores podrían generar una gran dificultad en un niño de esta edad. Por eso, debemos alertarnos si está triste, no se adapta, emite quejas psicosomáticas, está más serio o retraído, no habla, no expresa sus preocupaciones o presenta una alta impulsividad».

La psiquiatra pone especial énfasis en la importancia de proteger a niños adolescentes de los «medios de presión social» como las redes sociales, que a esas edades «tienen un enorme impacto sobre los menores», especialmente en casos de bullying.

En la adolescencia, es apreciable un incremento de las conductas suicidas. Los factores son varios, pero precisamente uno de los principales es el acoso escolar, según explica Pedreira. «Hay que separar lo que es el acoso de una agresión puntual. El acoso es permanente, constante y duradero. Y suele ser demoledor para la experiencia mental de algunos chicos».

Fuente: El Mundo. Elena Mengual