Divorciarse, además de ser un trance es también un episodio que puede poner a prueba la salud cardiovascular. La relación entre el divorcio y el riesgo de infarto se ha estudiado, más concretamente en la investigación “Association between divorce and risks for Acute Myocardial Infarction”, publicada el pasado año en la revista Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes. Realizado en Estados Unidos, el estudio incluyó a 15.827 personas para analizar la relación entre el estado civil de una persona y su riesgo de padecer un infarto.
«La principal conclusión del estudio y la que llama más la atención es que, mientras se sabe que los infartos afectan más a los hombres que a las mujeres, el divorcio como factor de riesgo de esta enfermedad es más común entre ellas», afirma el Dr. Lorenzo Silva, secretario general de la Fundación Española del Corazón. Concretamente, el estudio muestra que las mujeres divorciadas tienen una probabilidad 1,52 veces mayor de padecer un infarto que las mujeres casadas, mientras que el aumento de la probabilidad en el caso de los hombres es de 1,26 veces.
El estudio también señaló que mientras en el caso del hombre el volver a casarse reduce este riesgo, en el de la mujer este se mantiene. Así, las mujeres que vuelven a casarse tienen una probabilidad 1,35 veces más alta de sufrir un infarto que las casadas.
Más separaciones, más riesgo
“En el único caso en el que el divorcio afecta de forma más elevada también a hombres es cuando estos han sufrido dos o más separaciones en su vida. De todas formas, las cifras en las mujeres siguen siendo más elevadas (dos veces más probabilidad en el caso de las mujeres y 1,38 en el de los hombres)”, señala el Dr. Silva. “Aunque el estudio no analiza el porqué de esta relación, está documentada la relación entre el estrés crónico, como puede ser un divorcio, y el aumento del riesgo cardiovascular. El estrés provoca reacciones biológicas en nuestro organismo como aumento de la presión sanguínea, la conocida hormona del estrés o cortisol, y la hemoglobina glicosilada que puede provocar una coagulabilidad de la sangre”.
¿Han de tenerse en cuenta estos datos? El secretario general de la FEC opina que, “se trata de un indicador más del papel que juega el estrés en nuestra salud. Creo que sería interesante considerar el estado amoroso de una persona a la hora de valorar su riesgo cardiovascular”.
Fuente. El Diario Montañés
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