La revista Science del 14 de marzo de 2014, aborda, en su sección News Focus, el debate de actualidad sobre la eficacia de la implementación de terapias psicológicas en pacientes con psicosis, generado a partir de los alentadores resultados de recientes ensayos clínicos.

El artículo de opinión, que lleva por título Talking Back to Madness – As the search for genes and new drugs for schizophrenia stalls, psychotherapies are getting new attention (Hablando a la locura – a medida que la búsqueda de genes y de nuevos fármacos para la esquizofrenia se estanca, las psicoterapias están recibiendo mayor atención), se hace eco del interés científico y profesional hacia la aplicación de terapias psicológicas de probada eficacia, como la terapia cognitivo-conductual, en pacientes con esquizofrenia y trastornos psicóticos.

Michael Balter, autor del artículo, recoge en su texto la relación de estudios que han evaluado la aplicación de tratamientos psicológicos en psicosis desde el año 2010, señalando que “varios ensayos clínicos sobre estas técnicas (psicológicas) han revelado resultados modestos, pero que se pueden ver y medir, en síntomas como alucinaciones y delirios. Uno de ellos, un tratamiento a corto plazo denominado terapia cognitivo-conductual, ha sido recomendado desde 2002 por las autoridades sanitarias del Reino Unido para todos los nuevos casos de esquizofrenia, y en diversas comunidades escandinavas se ha implementado un programa de psicoterapia a largo plazo como tratamiento estándar. Por lo general, se combina con tratamiento farmacológico tradicional, pero un estudio publicado a principios de este año, sugiere que la terapia cognitivo-conductual podría sustituir al tratamiento farmacológico en algunos casos.

A este respecto, M. Balter hace referencia la investigación publicada en la prestigiosa revista The Lancet, (cuyo autor principal es Morrison, y del que ya informamos en Infocop), que ha puesto de manifiesto la eficacia de la terapia cognitivo-conductual para reducir los síntomas psicóticos, a unos niveles prácticamente similares a los fármacos, en pacientes con trastornos del espectro de la esquizofrenia que no estaban recibiendo ningún tipo de medicación antipsicótica.

A la luz de este conjunto de evidencia científica, M. Balter revisa la nueva revolución que se está experimentando en el campo del tratamiento de la esquizofrenia y los trastornos psicóticos, recogiendo la opinión de diferentes expertos del ámbito de la investigación y la práctica clínica (tanto psiquiatras como psicólogos), que están empezando a apostar por las terapias psicológicas en los casos en los que los pacientes se niegan a tomar la medicación (y que suelen conformar un porcentaje nada desdeñable de la población clínica).

Entre los defensores de esta nueva línea de actuación, se encuentra Peter Tyrer, un conocido psiquiatra del Imperial College London, que –tal y como recoge el artículo- señala que “existe una gran posibilidad de que los tratamientos psicológicos sean probablemente, al menos, tan eficaces como los fármacos, y, lo que no hay duda, es que son los preferidos por los pacientes”.

“Los fármacos tienen graves efectos secundarios, y al menos el 50% de los pacientes rechazan su consumo o dejan de tomarlos, de acuerdo con estudios recientes. Por otra parte, la búsqueda de las causas genéticas en la esquizofrenia y otras enfermedades mentales, que podría conducir a nuevos tratamientos farmacológicos, no ha logrado alcanzar ningún resultado y sólo ha llevado al descubrimiento de un gran número de variantes genéticas, cada una de las cuales confiere solo un riesgo añadido”, argumenta M. Balter para explicar las razones de que los tratamientos psicológicos estén ganando terreno de nuevo en la práctica clínica.

Al mismo tiempo, M. Balter reconoce que la cuestión resulta muy controvertida, ya que, a pesar de que los resultados de la eficacia de las terapias psicológicas son positivos (incluso para manejarlos llamados síntomas negativos de la esquizofrenia, como la distancia emocional, la apatía y el aislamiento social), todavía perdura la idea de que la esquizofrenia es una enfermedad del cerebro. De ahí que muchos psiquiatras, e incluso psicólogos, no estén abiertos a la reciente línea de ensayos clínicos.

A este respecto, M. Balter aclara que “la mayoría de los defensores de las psicoterapias insisten en que no están reclamando que la esquizofrenia es una enfermedad puramente de origen psicológico, causada exclusivamente por un entorno familiar disfuncional”. Para ilustrar este punto de vista, recoge las declaraciones del psiquiatra Pat Bracken, director de salud mental del Hospital General de Bantry (Irlanda), que sostiene que «estamos buscando una forma mucho más matizada de la psiquiatría que no rechaza la biología, sino que es capaz de situar la biología en el ámbito de la experiencias vitales humanas, que está determinada socialmente y culturalmente». Asimismo, recuerda que “el enfoque libre de fármacos” se está planteando sólo para los pacientes que mantienen un nivel relativamente alto de funcionamiento y no presentan riesgos para sí mismos o para los demás.

Otros expertos están tan convencidos de los beneficios de las terapias psicológicas que reconocen que, incluso suponiendo que funcionaran por un simple efecto placebo, “se quedan con ellas” frente a los fármacos. Tal es el caso de Jessica Arenella, una psicóloga del Methosdist Hospital de Brooklin, que lleva años tratando a pacientes con esquizofrenia a través de una combinación de enfoques psicodinámicos y terapia cognitivo-conductual, con unos resultados muy positivos. “Al final no importa si las terapias psicológicas funcionan debido a la teoría que subyace detrás de ellas o simplemente porque alguien está tomando al paciente y a sus síntomas en serio”, señala esta profesional.  J. Arenella también expone su punto de vista respecto a las resistencias de otros profesionales para abordar la esquizofrenia desde una aproximación psicológica: “muchos profesionales no quieren tratar a este tipo de pacientes (…) la intervención puede ser muy estresante y trabajar con ellos provoca miedo”. Por lo que, al final, la expansión de las terapias psicológicas en este campo se podría ver frenada, no por la evidencia científica, sino “por la escasez de recursos y la falta de terapeutas que apuesten por ponerlas en práctica, añade esta profesional.

Tal y como afirma M. Balter, la evidencia científica sobre la aplicación de terapias psicológicas en este campo, de momento, ha abierto una nueva línea de intervención, recuperando el papel de la aproximación psicológica en la psicosis y desmintiendo “la noción popular de que un diagnóstico de esquizofrenia es una sentencia de por vida de una enfermedad mental”. “Los investigadores han puesto en evidencia que cerca del 50% de los pacientes con un primer episodio de esquizofrenia o de trastorno esquizoafectivo se encuentran libres de síntomas a los 5 años”, recuerda otro de los profesionales entrevistados, haciendo alusión a otro estudio publicado en la revista American Journal of Psychiatry, en el año 2004.

Fuente:

Balter, M., Talking Back to Madness. Science. 14 de marzo 2014. 343 (6176): 1190-1193. DOI: 10.1126/science.343.6176.1190