Cuando ocasionalmente nos referimos a la pareja, los términos más comunes en estos momentos son: está en crisis, cada día hay más divorcios y separaciones, fracasan con frecuencia las convivencias previas, no se ve capacidad de madurez ni paciencia, queremos todo fácil y cuando se da un obstáculo mínimo abandonamos, no sabemos aguantar.
Esta exposición, aunque no se corresponde fielmente con la realidad, se aproxima a ella, estamos generalmente menos dispuestos a renunciar, somos en ocasiones incapaces de decir no, a los amigos, a los padres, a situaciones queridas que nos han satisfecho siempre.
Y es que la pareja implica entre otras cosa renuncia, pudimos salir con otros, seguir con nuestra vida caprichosa, pero al final nos implicamos libremente en un proyecto distinto y compartido.
Implica además respeto y aceptación, me llena y satisface mi pareja tal cual es, y como es, además de lo que representa, acepto todos sus papeles, y respeto exquisitamente su ser, morfología y comportamiento, lo acepto y respeto no tanto porque va implícita en la sustancia de la relación, como porque me satisface y me gusta como es en general.
No se puede ni se debe, imponer, exigir, recomendar, demandar etc., la aceptación no tiene límites, otra cosa es que en el tiempo, y a través del dialogo, se llegue a algún acuerdo. La fidelidad y la lealtad son factores que subyacen y que implican la renuncia. Es un proyecto en común que ambos codifican, y el esfuerzo emocional y físico es la suma de ambos. Son ellos, es su elección que no puede ni debe ser compartida. De no ser así la pareja no sería tal, sería otra cosa.
Y todo ello enriquecido diariamente, continuamente con el diálogo, que es compartir información, sentimientos, fantasías o realidades, pero que nos permite, primero acercarnos emocionalmente, y segundo llegar a acuerdos, que es programar, planificar, etc.
El dialogo es lo más rico, es lo mas especifico del individuo, y requiere criterio, que nos indica el itinerario a seguir, y paciencia, que es el lubricante, requisito para poder llegar al final del camino.
Obviamente, si yo renuncio a otra alternativa, si yo respeto y acepto la elección, si además soy fiel y leal, y dialogo para llegar a acuerdos, en un proyecto de vida en común, esto solamente se puede dar cuando se ama, cuando nos sentimos llenos, vitales, fuertes, jóvenes junto a la pareja, cuando penetra en nuestra alma su dolor, cuando nos ilumina su alegría, cuando su ausencia nos entristece, cuando su presencia nos hace más fuertes y seguros, cuando nuestro deseo es que nada se acabe, que todo sea eterno y todo esto impregnado por ocasionales sentimientos o fantasías de tinieblas ante una posible perdida.
Hay un factor del que no se habla, y que interviene en el mantenimiento de la pareja, y yo diría que es vital, y es el cuidarla, atenderla, implicarse activamente en ella, cumplir fielmente con nuestras obligaciones.
Si cualquier cosa en la vida para su mantenimiento o conservación necesita de cuidados, la pareja más, porque es algo vivo y su evolución incluso se enriquece con la participación de cada uno de sus miembros, por ello nuestra dedicación a ella ha de ser permanente y generosa.
Obviamente, a lo largo de la vida la pareja se va a poder encontrar con circunstancias adversas, episodios o situaciones difíciles, que van a ponerla en riesgo, y a cuyo estudio nosotros hemos dedicado una atención rigurosa, siempre que la pareja ha solicitado orientación, ante procesos que han descrito como: “relación insatisfactoria”, “delicada” o a “punto de ruptura”.
Dentro del primer grupo, que le componen 28 casos, el problema es un apegamiento familiar patológico. Hija joven que le cuesta alejarse de madre protectora, o madre necesitada de protección, al no recibir la atención necesaria de su esposo. Son hijas sensibles, afectivas, generosas, poco asertivas, y generalmente con gran sentimiento de culpa.
Puede ocurrir también con hijos, castrados emocionalmente, que no han sabido superar la relación de dependencia del padre, y que éste sigue imponiendo su autoridad, mucho más allá de su jubilación. A estas dos situaciones, las más frecuentes, podemos unir otras, cuyo denominador común es la dificultad de redefinir el nuevo papel o rol, dentro de la familia o pareja, es como si no tuviéramos derecho a la emancipación, derecho que ejercieron nuestros padres, abuelos, etc. Otra situación que destaca viene dada por hermanas casadas, que tienen hermanos solteros, con padres mayores o fallecidos, la hermana siente la necesidad de ocupar el lugar de madre frente a su hermano, no disponiendo de tiempo, esto puede propiciar el enfrentamiento en la pareja, e incluso en la familia.
Terminamos este apartado describiendo otra situación muy corriente, un cónyuge o los dos sienten la necesidad de acoger en su casa a sus padres ancianos, sin poder, por falta de espacio físico en casa, o por falta de tiempo, o porque hay una hermana que sin hijos se desentiende de la situación, esto puede ser un proceso doloroso y fruto de enfrentamientos familiares.
La incapacidad para renunciar, es la causa de desencuentros en 19 de los casos estudiados. Son situaciones en las que ella, él, o en ocasiones ambos, no saben, o no quieren renunciar a situaciones incompatibles con el compromiso de la unión, de la convivencia.
Siguen saliendo con sus amigos como y cuando quieren, siguen participando activamente en el grupo de solteros, incluido días de vacaciones, fiestas, etc., situaciones que van dificultando la relación, y que incluso sin que lleguen hijos, en ocasiones se hace imposible compatibilizar los cuidados caseros y la atención mínima a la pareja, con el formato de vida al que no quieren renunciar.
Relaciones continuas y cercanas en el trabajo diario es el tercer grupo cuyo número de casos es de 12. La sustancia siempre es la misma. Muchas horas compartidas, muchas de ellas a solas, en ocasiones no estamos en las mejores condiciones emocionales, necesitamos consejo, orientación incluso afecto, nos metemos en la vida intima del otro, vamos compartiendo cada día más problemas personales e íntimos, y ello culmina en ocasiones, en que nos sentimos más comprendidos y aceptados fuera de casa, que dentro de ella. Esta situación puede incluso hacerse mas difícil cuando uno de los cónyuges, sabiendo de la situación del otro, trabaja muchas horas, está sometido a turnos etc. le demanda, a la vez que le recrimina ,falta de atención.
Un grupo afín al anterior, y que destaca por su importancia le componen 11 casos. Son relaciones de amistad íntima y cercana, en las que compartimos muchas horas en diversas circunstancias. Pueden ser amistades antiguas, de siempre, que al evolucionar en la vida cambiaron de formato, o amistades nuevas, recientes, por ejemplo, vamos a buscar a los hijos al colegio diariamente, les acompañamos a sus clases, a fiestas, o paseamos al perro diariamente juntos. Otra modalidad dentro de este grupo son las visitas comerciales, cuando son frecuentes y cercanas, por el interés y particularidad del artículo representado.
Son todas ellas, situaciones en las que cabe la posible liberación o desinhibición de ambos, nos sentimos satisfechos, y cuando los referentes no son muy estables, plantean disfunciones en la pareja. La andropausia más que la menopausia, tiene su protagonismo. Son varones que se van sintiendo mayores, situación que les provoca angustia, y que una compañera joven que acaba de ingresar en el trabajo, la amiga simpática de una sobrina, o el conocimiento casual de una joven, despierta en él una vida más activa, mas rica, mas social etc., provocando sentimientos de jovialidad, expresados entre otras formulas a través de indumentarias mas coloridas y llamativas.
Son situaciones que generalmente son transitorias, cuando hay estabilidad en la pareja, y dentro del estudio han supuesto 9 casos.
La necesidad de una convivencia lejana, por motivos de trabajo, hecho más frecuente en los últimos años por una deslocalización industrial, o una oferta de trabajo en diferentes ciudades, generalmente en el colectivo universitario, han sido las dos circunstancias más importantes que componen este grupo, en el que se han contabilizado siete casos.
Obviamente, la lejanía, incluso la dificultad de las visitas por motivo de trabajo, alejan emocionalmente a la pareja, los sentimientos se relajan, incluso se suscitan nuevas situaciones, que llenan o alivian la soledad, y que van obstaculizando los reencuentros.
La oferta de nuevos puestos de trabajo ocasionan cambios de domicilio a los solicitantes, y en el campo universitario se dan reencuentros con antiguas compañeras de facultad. Nacen así nuevas y en ocasiones ricas amistades, y nos acercan a un tiempo, el de la juventud, que nos seduce a todos, recuerdos comunes llenos de vida, fuerza y felicidad. Es una situación que, puede por lo que significa en nuestra vida, ser muy querida, casi maravillosa, y que tenemos que saber gestionar, sobre todo cuando estamos desplaza dos, y en consecuencia sin raíces. Los celos, es un grupo representado por cinco casos, y generalmente son celos sin fundamento, son fruto de la inseguridad del cónyuge que los padece.
Son situaciones de gran sufrimiento para ambos, los padezca quien lo padezca, y pueden llegar a representar un grave problema en la convivencia, aunque generalmente se resuelve a plena satisfacción.
La enfermedad de un cónyuge, ha sido una situación que aun infrecuente, la representan tres casos.
Detrás de esta situación se puede constatar, fatiga física y emocional del cónyuge sano, cierta influencia de la familia en la línea de “¿por qué cargas con eso?”. O simplemente la ambivalencia de sentimientos del individuo sano, ¿mi destino es éste?, o puedo elegir, etc.
Hablo de enfermedades crónicas, que provocan ostensibles limitaciones en personas jóvenes, y que hacen imposible el ejercicio de una vida normal, plena en la pareja, por la limitación en los movimientos, fuerzas u otras facultades.
De los 107 estudiados bajo el epígrafe de crisis de relación de pareja, o disfunción en dicha relación, y que están representados en los diferentes grupos sucintamente descritos, solo doce de los casos terminaron en separación, y fueron aquellos que en nuestro criterio, buscaban la ratificación de una situación que sentían como esclavitud al no cumplir parte o la totalidad de los requisitos que supone el armazón de la pareja, aceptación, respeto, fidelidad, diálogo, etc.
Existen dos circunstancias que se han repetido con frecuencia, y que no hemos comentado dentro de esta exposición, al no ser planteadas como crisis de pareja, y sí como pequeños desencuentros, disfunciones, o quejas, y que normalmente se resolvieron de forma positiva. Son la monotonía, repetición continua y diaria de los mismos actos y la escasez de tiempo del que disponían para estar juntos. En la exposición y discusión con la pareja, se dieron cuenta de los diferentes patrones de comportamiento que nos exige la vida. En muchas ocasiones dependemos de nosotros, y en otras la obtención de recursos para vivir, la lucha por la vida, nos va a exigir una determinada conducta, que en ocasiones nos puede limitar muchas libertades, por esto la esencia de la felicidad es la aceptación, no la conformidad, para seguidamente, con inteligencia y una estrategia bien elaborada, y constancia, tratar lentamente de irla mejorando.
Hay un grupo de diez parejas que aunque analizamos dentro de este capítulo, han de tener tratamiento distinto, dado que su petición fue más por encontrar repuesta a sus dudas, que por una convivencia intempestiva, tormentosa o incluso critica. Incluimos tres realidades afines pero de diferente perfil. El primer grupo le forman las parejas que después de un tiempo de convivencia de años, uno de los miembros desea tener un hijo, y el otro, adaptado, en homeostasis, satisfecho de su realidad, no le apetece. Otro grupo viene representado por las parejas que ambos quieren tener descendencia y no pueden. Inician tratamiento, y uno de ellos después de un tiempo quiere poner fin a las interminables práctica de pruebas. El tercer grupo menos numeroso, y más permeable a la reflexión, le representan las parejas que se constituyen tarde, y que en base a la edad, por comodidad a veces, y por temor a problemas en la gestación en otras, viven en cierta indecisión que no es difícil clarificar.
Esta reflexión, en mi criterio, pragmática y objetiva, se entendió de inmediato por los cónyuges, y con ello desaparecieron las pequeñas disfunciones apuntadas, pues, por ejemplo, entre otras cosas, el escaso tiempo que decían tener para estar juntos le empezaron a llenar, en vez de con reproches con calor, ánimo, lucha, entusiasmo y esperanza.
Fdo.: Dr. Baltasar Rodero Vicente
Psiquiatra
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