He pensado estas líneas, como respeto a una persona que no conozco personalmente, pero que admiro, y le profeso una admiración especial, como otras muchas personas de cualquier tipo y condición. Escudriñar, observar más profundamente de lo que se ve o se cuenta, incluso apreciar sus muchos valores como persona, como ciudadano, que convive entre nosotros, es realmente difícil, porque lo que en estos casos nos llega, cuando se trata de un individuo especial por sus infinitas bondades, te ciegan, si no cuidas las miradas de sus destellos de ¡señor!, de sus cualidades de saber estar, de observar, y ser, con él y con los demás. La adecuación es la esencia del equilibrio emocional, el situarse en el lugar adecuado, ¡siempre!, sin pretenderlo, desearlo, quererlo o buscarlo, te premia siempre como referente en cualquiera de las virtudes sociales, aquellas que nos permiten convivir, ser con ellos, con los otros, con los demás.
Nos ha llegado que desde niño la disciplina, el cumplimiento con lo acordado u ordenado, era uno de sus lemas, respetaba, y se le respetaba, y le gustara o no siempre aceptaba con buen gesto las indicaciones de un superior, especialmente las dirigidas por su tío, y así transcurrieron los años, en el cultivo de las mejores relaciones con los suyos, y con el ejercicio de sus responsabilidades, estudio, formación, capacitación espiritual y deportiva, de un deporte que le enamoraba, para el que siempre vivía, y que siempre, sin más interrupción que aquellas derivadas de una lesión, se lo impedían. Sus días largos, siempre largos, pero que se hacían breves, transcurrían con el mismo formato de actividades, cultivo de la familia, siempre cercano y amable, de los estudios, que le permitieran una básica formación intelectual, y de forma especial los entrenamientos, siempre persistentes, repetitivos, perseverando permanentemente en el ejercicio de cualquier golpe, no le importaba el número de repeticiones, siempre buscaba la satisfacción de aquel, que le permitiera sentirse orgulloso de él, “lo he conseguido, es lo que me demandaban y lo he dado”.
Así se fue formando, primero y fundamentalmente, como persona, seria, educada, adecuada, amable, simpática, solidaria, receptiva, abierta a cualquier petición de cualquier tipo, siempre ha sido una persona querida por todos, familia, amigos, compañeros, y repetida por sus contrincantes, porque sabían de su serenidad y objetividad, además de su solidaridad, y empatía. Comenzó la andadura por las distintas competiciones, y de inmediato su nombre encontró un eco especial, singular distinto, por su amabilidad y cercanía, junto a su saber estar, y sus capacidades de profesional; desde el principio se le observaba con enormes cualidades, deportivas, y con especiales habilidades para jugar un tenis especial, explosivo, plagado de fortaleza fruto de sus estructura muscular, amén de sus especiales jugadas, que en su conjunto le fueron encumbrando, hasta auparle al número uno.
Fueron múltiples las lesiones que desgraciadamente le acompañaron, siendo en ocasiones tan desgraciadas, que le retiraron cuando iba a levantar un premio, o cuando iba a comenzar una competición, en la que tenía enormes esperanzas, jamás, nunca jamás, se le escuchó una queja, una demostración de desazón, una actitud poco adecuada, la humildad y la aceptación, siempre fueros sus máximas, junto al cultivo de la paciencia; cuantos compañeros aprendieron de ese discurso, de ese gran discurso, siempre amable, como si no tuviera importancia, sabiendo como nadie que la vida en ocasiones, después de un camino llano y expedito, cuando esperas que éste siga, llega el espacio pedregoso, que te exige parar cuando mejor te encontrabas, pero jamás mala cara, una mala expresión, incluso con fuerzas para animar a cuantos, con normalidad, y con los mejores deseos le deseaban una pronta mejoría.
En él se conjugaron de forma equilibrada, un temperamento, sencillo, responsable, perseverante, tenaz, además de abierto y generoso, con el cultivo de la aceptación desde la sonrisa, humilde, y un cuerpo atlético, fuerte, bien estructurado, y equilibrado, además de trabajado; cuantas horas de esfuerzo, de trabajo con sus compañeros, los fisios especialistas y los médicos, y de esa conjugación, que él trabajó de forma permanente, fue creándose una persona singular, distinta, porque por donde pasa deja huella, eso solo ocurre a los elegidos, pero que nadie se equivoque, tiene parte genético, pero él fundamente de todo, la singularidad en este caso es el trabajo, la renuncia, el esfuerzo, la tenacidad, y la motivación, creía en lo que hacía, estaba convencido, lo sabia en base a los frutos que conseguía, y lo obtuvo todo, hasta nuestro cariño, el de todos.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024
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