La ausencia de certezas, de seguridad, de itinerarios conocidos y seguros, de referentes sólidos y ciertos, de saber estar y ser con uno mismo y con los otros, en definitiva, de serenidad, tranquilidad y sosiego, es una constante social, sea tu interlocutor, de aquí o de allí, mayor o menor, de color o incoloro, bajo o alto, con más o menos conocimientos, todos nos movemos dentro de unas variables cuyos límites desconocemos, de aquí nuestros despistes, incumplimientos, evasiones, e irresponsabilidades sociales.
Motivos sobran, incluso diría son abundantes y perseverantes en el tiempo, el escenario esencial, aquel en el que descansa nuestro estar en el mundo, y que nos sirve de impulso diario para proyectarnos en el futuro, se tambalea , surge alguna chispa de esperanza pero de inmediato desaparece, apareciendo en su lugar, no la falta de operatividad, no la suma de esfuerzos físicos y emocionales, sino lo que es peor, ramilletes de improperios que se obstaculizan friccionándose, que crecen cada día, que cada día aumentan su complejidad, sumando además nuevos desacuerdos, provocando un final vomitivo, e incomprensible.
¿Es tan difícil entender esto?, ¿es tan complejo pensar que los gestores están al servicio del pueblo que les ha elegido?. Si entendemos como en este caso, que no saben alcanzar su objetivo, abandonen, váyanse, dejen paso, permitan otras oportunidades a otros compañeros. ¿De qué forma hay que decirlo para que se entienda?
Es claro que así no puede ser, es diáfano que no estamos en el camino verdadero, es meridianamente transparente que se hace necesario, algo que es muy simple, que recuerden, porque y para que cobran, además de quien les paga. Son preguntas de fácil respuesta.
Han de pensar, ¿cual es mi obligación?, ¿cuál es la obligación que le corresponde a mi papel, a mi rol, al cargo para el que he sido elegido?. Especialmente es servir, es estar atento a las necesidades de los ciudadanos y responderlas con honradez y eficacia, lo estoy haciendo?, ¿realmente mi preocupación es ésta?, me pregunto cada mañana, ¿qué necesitan aquellas personas que me mantienen en mi cargo?. Sirve realmente mi participación, mi trabajo, mi diaria labor en el cumplimiento de mis obligaciones?
Es enormemente triste, que cuando uno atiende a cualquier participación de casi cualquier político, normalmente le impresionen dos hechos, el primero, es que hablan para ellos, su lenguaje y mensajes van dirigidos a los otros, especialmente manifestando que, si nosotros incurrimos en fallos, ellos en muchos más, y el segundo hecho, es que jamás se preocupan de lo real, de lo esencial, de lo fundamental.
En estos momentos la situación es de verdadera incertidumbre, de verdadera inquietud, tanto que hay muchos individuos que tiene dificultades cognitivas y emocionales, y en vez de clarificar, hacer trasparente la situación, realizar comentarios inteligentes e inteligibles, cada día nos envuelven mas, incrementando la confusión, aspecto que es profundamente negativo para la higiene mental.
Suplico, ruego, solicito, en nombre de muchos compañeros, amigos, ciudadanos conocidos, un mayor grado de respeto para aquellas personas de a pié, que tienen dificultades para llegar a final de mes, así como para los demás, para que si se da la posibilidad de apostar por alguna “actividad”, se pueda hacer con determinadas garantías, que por favor cesen los discurso pobres, cargados con ira, rabia y frustración, de los unos contra los otros, ¿no se dan cuentan que están situados en el mismo vehículo, y que han de observar la misma dirección y sentido?.
Nada positivo se podrá conseguir con esta actitud, váyase el que carezca de cualidades como la paciencia, perseverancia, entrega, respeto, saber estar, adecuación, sentido cívico, sentimiento profundo ciudadano, váyase, y además será más feliz porque vivirá más sosegado.
En estas semanas he asistido a varias situaciones que emanan del momento de incertidumbre que sufrimos, de la falta de referentes, de los que algunos se aprovechan y otros se desorientan perdiéndose en el camino. Un titulado, manipulado por su jefe, con el mensaje de que hay que trabajar mucho más, porque corre peligro la subsistencia de la empresa,” ya hablaremos más adelante de la hora extras”.
Una universitaria, con premio extraordinario, que después de la oferta de reparto de diversos tipos de objetos, se le ofrece un contrato de unas semanas, sin que se comente nada del futuro. Un médico, que parece que es necesario incluso imprescindible en nuestro medio, ante la oferta de un contrato por dos años en Europa, con la pena de dejar aquí su familia, pero que nadie es capaz de manifestarle” te necesitamos”.
Esta es nuestra triste situación, parece mentira, parece ajena a nosotros, vivimos anestesiados, hemos de despertar y decir basta, basta de estupideces, de discursos vacios, de obscenos mensajes, basta de desresponsabilizarse aquellos servidores públicos, basta de entretenerse en discursos banales sin contenido social, las necesidades son muchas y urgentes, pisemos tierra, pensemos y actuemos en consecuencia cada uno desde sus responsabilidad, seamos tercos en esto, tengamos criterio y defendámosle.
Autor Dr Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2020.
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