14 May 2020
J mayo, 2020

Sorprendido y preocupado

Baltasar Rodero

Disfruto a la vez que cultivo, una profunda y grata amistad, con la que con cierta frecuencia me comunico por teléfono, se trata de un microbiólogo, compañero de especialidad de mi mujer, los contactos que mantenemos son frecuentes y ricos en contenido, precisamente este verano teníamos el proyecto de compartir unos días, que hemos tenido que postergar para otra ocasión.

Es una persona de más de 80 años, amable, educada, adecuada, y comunicativa, lo que se diría un óptimo tertuliano, que te hace los momentos que compartes con él, enormemente agradables, además de productivos, junto a él se dan muy pocos silencios, y su discurso siempre está lleno de mensajes y gestos profundos y expresivos, cargados de contenido.

Nos vemos siempre que podemos, y no con la frecuencia que ambos matrimonios desearíamos, su amistad es como una lotería, porque es el amigo que ejerce de tal, está siempre en el lugar que le corresponde, en su sitio, haciéndote saber que si le necesitas siempre responde, ese es el amigo, el que no falla. El que sin decirte nada te hace saber quién es, y como es, y que además te comprende y respeta.

Él obviamente, por su formación, tiene especial tendencia a dar un protagonismo especial al tema del coronavirus, inclinación que comparte con mi mujer, y explica, comenta, y reflexiona en alto, sobre el agente causal de la pandemia que estamos sufriendo, su viaje silente y rápido por el mundo, además de sus diversas repercusiones, y de forma especial la sanitaria.

Él lo observa y define como si se tratara de una guerra, y habla de la tercera guerra mundial, que se inició el año 2002, con la presencia del primer coronavirus, o virus que se trasmite por los animales, aquel invadió cierto territorio, y su gravedad fue controlada.

Pero en el 2012 surgió nuevamente, dando más señales de fortaleza y agresividad, denunciando nuestra ausencia de defensas de todo tipo, para llegar el 2019, cargado de agresividad y violencia, penetrando estratégicamente por todo el universo, sin límites, y provocando, además del confinamiento de la sociedad en sus defensas, o trincheras, una alta incidencia de enfermos y muertos, especialmente de personas mayores.

En sus palabras, estamos actualmente, librando una guerra, con el peligro que el enemigo es invisible, no da la cara, y ataca en cualquier lugar, además de tener la capacidad de adaptarse al ambiente, no ofreciendo en los primeros días virulencia visible, es como una guerra de guerrillas, ataca, y con una respuesta adecuada parece que se le vence, sin embargo vuelve a surgir, y a surgir, y así seguirá episódicamente hasta conseguir una vacuna.

De todas formas, lo más importante es que cada 8 o 10 años surgirán nuevos virus, diferentes a los anteriores, a los que potencialmente hayamos controlado por la vacuna, y además será más letales, y utilizarán la estrategia de éste, infecta, el individuo sigue haciendo vida normal, lo va sembrando, y de repente, se expresa clínicamente cuando ha infectado a parte de la población.

Es por ello necesario, que nos encuentre informados, primero, de su posible invasión a la totalidad de la población, en este caso que nos ocupa, la OMS. avisó en septiembre, que íbamos a padecer una epidemia, y segundo, que nos encuentre armados de los recursos necesarios de todo tipo, incluso desde la perspectiva emocional, jamás puede ocurrir, que los que les ha tocado luchar en primera línea, donde el peligro es enorme, no dispongan del equipo adecuado, y además de todo ello, la ciudadanía disponga de una información deficitaria, o relatada gota a gota, ello va a ser el mejor abono de un fracaso, que se corresponde con un incremento de sus perniciosos efectos.

Este tipo de pandemias, sigue comentando mi amigo, se repetirán en principio cada década más o menos, y su gravedad cada día va ir en aumento, entre otras cosas, por la falta de respeto al medio natural, donde están ocurriendo hechos permanentes, que están alterando de una forma clara el ecosistema, y con él la desaparición de especies y el surgimiento de otras nuevas, desconocidas, para los que carecemos en principio de la respuesta adecuada.

La deforestación, con el robo de espacios para el cultivo o la construcción, permite o exige que los animales salvajes convivan con el hombre, permitiendo fácilmente la trasmisión de virus desconocidos.

Esto entre otras cosas nos indica, la fragilidad del individuo, su enorme vulnerabilidad, de tal forma que cuando se siente más seguro, con un mayor grado de estabilidad y bienestar, cuando cree estar en posesión de poder y riqueza, cuando se compite descarnadamente por poseer o ser frente al mundo, bruscamente, sin explicación ni aviso previo, acude un ser parásito, que necesita una célula para ser y reproducirse, y nos cornea a diestro y siniestro, sin que las armas que nos fuimos dando, y por las que tanto peleamos, tengan eficacia alguna.

Hablemos pues de humildad, seamos conscientes de nuestras muchas limitaciones, cuidemos la naturaleza, y su ecosistema en general, así como la higiene, seamos solidarios, porque además, si hemos aprendido algo de esta pandemia, es nuestra incapacidad para su control, y la falta de una actitud básica compartida, frente a situaciones que nos afectan a todos.

Autor: Dr Baltasar Rodero Psiquiatra, Santander Mayo 2020