Cuando vivimos la realidad de cerca, cuando la comentamos en nuestros respectivos grupos, cuando leemos algún comentario escrito, o simplemente cuando escuchamos opiniones respecto a hechos o acontecimientos, actuales o no, lo normal es que las discordancias se multipliquen, las diferentes caras de los hechos sean cuando menos distintos o contrapuestos, es decir, que asistamos a una madeja, cuyo desarrollo no se corresponde con el esperado.
La teoría de Goebbels está superada, aquella que afirmaba que repitiendo algo más de mil veces, aun siendo incierto se convertía en verdad, ahora vivimos a mucha distancia de esta fabricación de verdades, porque cada individuo cuenta aquella que le interesa, sin que por ello se le mueva un pelo. Es decir, además de fabricar las verdades que nos interesan, vía tertulias, redes sociales, o grupos interesados, de acuerdo con la realidad que les interese, elaboramos los respectivos relatos, que además de tratar de demostrar lo indemostrable, confunden a propósito, filtrando para cada individuo que los escucha o lee una verdad, que en nada se parece a la realidad.
Ya no se trata, que también, de que el relato cuando es tratado por varios individuos, vaya cada uno añadiendo algún aspecto con cierto brillo especial, de tal forma que el resultado final no se parezca al de partida, es que de motu propio, con o sin intereses, uno exponga un hecho y ruede y ruede, tanto y tan impregnado, que al final se muestra desconocido. La inteligencia artificial; el metaverso; la incorporación de los robots a la vida y actividad cotidiana; los ciegos intereses que a todos nos mueven; la ausencia de masa crítica; la globalización y sus burdos y groseros intereses, siempre ciegos, unidireccionales y con anteojeras; la cantidad de tertulianos, comentaristas, hermeneutas, exegetas…. y para más abundamiento, el incremento de nuestra riqueza de vocabulario, con la incorporación de anglicismos en masa, que en ocasiones enlodan la sustancia medular del hecho en cuestión… son todas circunstancias que oscurecen, perturba, o confunden, nuestra comunicación, haciéndola en ocasiones ininteligible.
En ocasiones, hemos querido entender un acontecimiento, que en principio impresiona sencillo y por ello fácil de comprender, no obstante, en su versión real, se da una discordancia difícil de digerir por la naturaleza normal de los hechos. Este punto le comentaba con un ganadero, hombre serio e inteligente, además de razonador; mantenía una explotación ganadera, herencia de los abuelos, y jamás supo entender a lo largo de sus muchos años, el porqué, sin acontecimientos que incidieran en la prodición de la leche, variaba tanto su precio, tanto, que podían en ocasiones ganar algo de dinero, y en otras, vivir de préstamos.
El comentaba, que cuando tenía algún encuentro con alguna autoridad, jamás nadie le pudo demostrar la realidad de los hechos, de tal forma, llegaba a aseverar que, estos son caprichosos, obedecen al interés de los que gobiernan el dinero, no las naciones, y estos elaboran programas a largo plazo, para conseguir sus máximos beneficios, montando el escenario adecuado, de tal forma que, nadie puede negar que lo que comentan no es cierto.
En definitiva, todo en su conjunto es un escenario, donde se juega una enorme partida, en la que te obligan a jugar, comprando, vendiendo, consumiendo; partida en la que somos simplemente participes activos dirigidos, carecemos de opinión, de criterio, del peso necesario para servir de contrapeso, se nos ofrece todo bien servido, y carecemos de opinión, porque al final, nos toca poner la carta sobre la mesa, o en definitiva participar en el juego.
Este permanente enredo o maquinación, en el que nos han exigido participar, al representar la sustancia de nuestra estancia en este mundo, es una enorme espiral, cuyo principio puede situarse sobre una idea de dominio, egoísmo, codicia o deseo de poder, se venderá en forma de relato puesta en el escenario adecuado, y en el momento propicio, impresionando que responde a un hecho actual, o incluso a una casualidad, sin embargo sus raíces se esconden allá, más allá del horizonte, correspondiéndose con un montaje correctamente elaborado y brillantemente servido, de tal forma que cualquiera de los receptores, con esa envoltura, lo adquieren alegremente.
Es nuestro mundo, nuestra cotidianidad, nuestra vida, el lugar donde se nos mueve, en la dirección que se haya definido, de tal forma que muchas de las cosas que impresionan de nuestra cosecha, que son fruto de nuestra opinión, son consecuencia de las sumas y restas, cuentas previamente definidas e indirectamente impuestas, por ellos, por los otros, por los que no se ven, por los que no dan la cara, por los que solo ponen la mano.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2023
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