09 Oct 2023
J octubre, 2023

Tocar el cielo

Baltasar Rodero

El cielo, al que todos aspiramos por ser lugar de infinito placer y bienestar, en ocasiones, muy puntualmente, lo podemos tocar, o mejor sentir, cuando algo esperado y deseado con ansiedad, soñado y fantaseado, podemos conseguirlo u obtenerlo, el nivel de infinita serenidad que nos provoca es insuperable, incluso pueden surgir lágrimas en nuestros ojos de profunda y honda felicidad.

A lo largo de nuestro itinerario vital, podemos asistir a esta situación de endiosamiento, de saturación de bondad y orgullo, de una sonrisa que cubra todo nuestro ser, especialmente a una determinada edad, en la que al asomarnos al mundo consciente, luchamos, y perseveramos con tenacidad, competimos zarandeados sin conciencia plena, al ser fruto de un tiempo que nos moviliza emocionalmente, que nos mantiene alerta, que nos invita a superar todos los obstáculos, exigiéndonos una búsqueda sin límites, sin estabilizar el timón, siendo como muñecos en manos poderosas, que dirigen nuestros sentimientos.

Traspasamos la edad de los doce años, y hasta los catorce o dieciséis, estamos poseídos, anestesiados, influidos por una fuerza interior fruto de nuevas hormonas, que dinamizan todo nuestro ser, realizando actos de forma semiinconsciente, enmascarados por un deseo, una pasión, una fantasía, cuya energía casi infinita nos domina. No podemos desconectar, no podemos separarnos emocionalmente, casi no hablo con el ser de referencia, casi no lo conozco, casi no sé como es, dudo como es su cara, sus andares, sus gestos, sólo una sombra luminosa me permite observarlos, desde la penumbra de mi estado, pero aun así no consigo alejarme, y mucho menos olvidar, su presencia se hace permanente.

Es un periodo de tiempo repleto de sobresaltos, fantasías, frustraciones, deseos y ambiciones, de lucha sin descanso, de efervescencia mental; el nivel cognitivo se nubla, no funciona ordenadamente, se pierde la crítica y con ello la objetividad, mil caminos salen en cada momento y nos movemos en la duda, quiero llegar y no sé cómo, se me acumulan los objetivos que son deseos insatisfechos, los sueños son permanentes, de tal forma, que la realidad en grandes espacios de tiempo no existen, los padres, que han vivido este estado emocional transitorio, no saben qué hacer, como asistir a este parto doloroso en ocasiones, para que el fruto de sus entrañas, lo que más quieren, alcance la paz.

No pueden hablar porque no son escuchados, no pueden opinar porque nadie les pregunta, no pueden hacer indicaciones porque son despreciadas, se meten en el “charco”, les avisan, y ni se dan cuenta de lo autómata en la que se ha convertido su vida, ésta es sólo de ellos y ellas, ambos son sus verdaderos dueños, y el motor, que es siempre la esperanza de tocar el cielo, les va impulsando, zarandeando, inquietando, dándoles una de cal y otra de arena, y en esa esperanza pasan el tiempo en la soledad del deseo, del enamoramiento, de la necesidad de tener, compartir, formar parte de una unidad con la que se identifican tanto, que son otros, sin dejar de ser ellos.

Estamos frente a una torrentera de emociones de todos los tipos, ternura, cariño, atracción, deseo, esperanza, ilusión, ensoñación de una vida, de un encuentro, de una visita, de un beso robado, del mañana eterno, de la conjugación de sentimientos, de las respuestas con rescoldo, con entrega, dulces como la miel, y tan gozosas que nos trasladan al vacio, pero en ocasiones asistimos a momentos de enorme tristeza, por la dificultad de conseguir una conexión deseada, costándonos la incorporación a la vida ordinaria, a estar con los demás, a ser uno más entre ellos, y a conseguir todo aquello que lícitamente deseamos.

Este tiempo, bien oscuro e incluso en ocasiones tenebroso, o demasiado apasionado cuando es correspondido con la intensidad que se solicita, no debemos de olvidar que es el tiempo de formación, de capacitación, tenemos que tener presente, que estamos aquí, y que si no nos apartan del camino, hemos de conseguir una capacitación o formación académica, y a ello tenemos de dar un tiempo, tiempo necesario para conseguir el objetivo en principio de superar el curso, de aquí que la ayuda del colegio y de padres sea necesaria, y necesaria la atención al diseño de un futuro, satisfactorio y amable.

No podemos ni debemos llevar la pasión, al límite de la inhibición del resto de responsabilidades, tenemos una edad en la que somos mayores, por lo que la reflexión la tenemos que tener en cuenta, escucharnos, y a la vez que luchamos en una dirección, poner la energía en el resto de necesidades.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2023