Quizás usted o alguien de su entorno esté ahora mismo pasando por una depresión y haya recibido de su médico un tratamiento que, únicamente, está basado en fármacos antidepresivos. Y tal vez, le haya sugerido o pedido a su médico de cabecera que, en lugar de medicamentos, le prescriba una cita con un psicológo. Si ha sido imposible, no piense que es un caso único. En España, a pesar de lo que recomiendan algunas guías científicas, la depresión se trata en Atención Primaria y, si no funciona el tratamiento, entonces puede ser derivado a un psiquiatra, que no a un psicólogo, que quizás se plantee una terapia psicológica.

El último trabajo que aporta evidencia científica sobre la eficacia de los distintos tratamientos para la depresión se publica hoy en las páginas de la revistaAnnals of Internal Medicine y se trata de una revisión de todos los estudios que se han publicado sobre el tema, comparando una estrategia terapéutica con otra. El informe, realizado por miembros del Colegio Americano de Médicos, señala que la terapia cognitivo conductual debería ser un tratamiento alternativo a los antidepresivos de segunda generación (los fármacos que se suelen utilizar) para tratar la depresión leve o moderada.

«La terapia cognitivo conductual es una aproximación razonable para el inicio del tratamiento y debería considerarse encarecidamente como una alternativa a los fármacos, y después de que el médico discuta con el paciente sobre los efectos secundarios, el coste, la accesibilidad y las preferencias de éste», afirma el estudio.

Pero esta charla es difícil que ocurra en nuestro país. «En España, por lo general, dos de cada tres pacientes cuando tienen síntomas de depresión o de ansiedad van al médico de Atención Primaria y reciben antidepresivos exclusivamente porque no hay un tratamiento psicológico a nivel primario», explica Antonio Cano, catedrático en Psicología y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés.

No existe un protocolo

«No existe un protocolo que diga cómo debemos tratar a una persona con depresión. Salvo si ha pasado por urgencias o tiene ideas suicidas, no solemos derivar a la persona al nivel secundario. De entrada, diagnosticamos y tratamos nosotros, los médicos de familia. Si transcurrido un tiempo, esa persona vuelve o demanda -después de unas semanas con tratamiento farmacológico- un especialista, entonces lo remitimos al psiquiatra. En Primaria, el paciente no accede directamente a ningún especialista», explica José Antonio Marín, un médico de familia de Murcia.

Igual ocurre en el resto de comunidades. «Todos los sistemas sanitarios, los de otros países también, tienen limitaciones. La terapia cognitiva requiere tiempo, frecuencia y continuidad del mismo terapeuta. Para el volumen de patología que hay (una de cada seis personas tendrá una depresión a lo largo de su vida), la capacidad del sistema es limitada y complicada. Aunque se aumenten los psicólogos en la sanidad pública, la demanda aumenta a tal velocidad que veo difícil poder satisfacerla», explica Jerónimo Saiz, jefe del Servicio de Psiquiatría, del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, quien señala el valor de los resultados de esta revisión. «Los problemas de salud mental no están suficientemente reconocidos ni atendidos, eso es una realidad», añade.

Por su parte, Gabriel Rubio, jefe del Sección de Psiquiatría del Hospital 12 de Octubre, también en Madrid, afirma que esta revisión «me parece muy interesante porque es algo que los psiquiatras sabemos. Aportan una evidencia que podría cambiar la manera de tratar a un paciente en el sistema sanitario americano y europeo. Está claro que lo más fácil es recetar antidepresivos, pero este estudio ayudará a contribuir a que haya mayor conciencia por parte del paciente a que diga que no quiere fármacos si prefieren ser tratados por un psicólogo. El sistema sanitario debería contribuir a esto. A nosotros, el paciente ya nos viene con el fármaco puesto».

Por su parte, Miguel Gutiérrez Fraile, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, explica que el estudio que publica hoy Annals of Internal Medicine tiene algunos problemas que hay que detallar. «El primero es que no distingue la graduación en la gravedad del episodio depresivo. Hay pruebas que apuntan a que cada una de las alternativas terapéuticas tienen diferente eficacia en función de la gravedad del episodio depresivo. Por ejemplo, los antidepresivos parecen no ser más eficaces que el placebo en la depresión leve, pero las psicoterapias son ineficaces en los extremos más graves de la depresión. La misma guía propone a las psicoterapias como primera elección en el tratamiento de la depresión leve o moderada y sugiere la combinación de ambas estrategias (fármacos y psicoterapia) siempre que sea posible».

Pacientes con recaídas

Otro problema que enumera Gutiérrez Fraile es que la revisión no aborda la naturaleza recurrente del trastorno. Solo el 50% de las personas con un primer episodio depresivo remiten completamente, ¿qué hacer cuando el problema se hace crónico? «La alternativa de psicoterapia toda la vida no ha sido probada y no parece posible llevar a la práctica».

Pero, según Rubio, entre un 10 y un 60% de los pacientes no mejora con antidepresivos, tienen depresión resistente al tratamiento farmacológico. «Sabemos que el coste de tratar a los pacientes resistentes representa el 40% del coste total de la depresión. Desde hace 10 años, se están desarrollando unidades de depresión resistente, y la novedad es que hay técnicas de psicoterapia eficaces para estos pacientes: la terapia cognitica conductual y las técnicas biológicas, como la estimulación magnética transcraneal repetitiva».

«La eficacia de los antidepresivos está en el 50% y la de la terapia cognitiva conductual es similar, quizás un poco mayor, pero con la diferencia de que no tiene efectos secundarios, se le puede dar a embarazadas, no hay riesgo de caídas accidentales (los fármacos aumentan un 60% ese riesgo), accidentes de tráfico o laborales», explica Cano quien señala que «la otra gran ventaja es que con la psicoterapia el paciente tiene menos recaídas porque los fármacos no corrigen el pensamiento, las emociones o la conducta; y la terapia psicológica te enseña a cambiar esto».

Faltan psicólogos

La necesidad de psicólogos es algo que denuncian desde Atención Primaria, Psiquiatría y Psicología. Un ejemplo que evidencia la carencia de estos especialistas es el número de plazas PIR (plazas ofertadas por el sistema sanitario para formación de especialistas) que se ofrece anualmente y que son menos de 100 frente a las 3.000 de las plazas MIR para médicos.

«El Estado no está ahorrando nada, al contrario, le está saliendo caro tratar la depresión así. Las guías NICE, la referencia en Reino Unido sobre lo que dice la evidencia científica, recomiendan que para la depresión leve y moderada se comience por técnicas cognitivo conductuales y reservar los antidepresivos para los casos más graves. Ellos lo tratan así desde 2007 y ahora se están planteando duplicar todo lo que están haciendo, con más recursos. Porque aunque destinen más psicólogos y traten a más pacientes, ahorrarán más de lo que invierten porque evitarán bajas por depresión, accidentes de tráfico o laborales, caídas, etc.», explica Cano.

Este psicólogo no culpa a los médicos de primaria, «tienen cinco minutos por paciente para todo (saludo, diagnóstico, tratamiento y seguimiento)», que no tiene herramientas y se topa con una realidad poco favorable. «Si un paciente es derivado finalmente al psicólogo porque así lo quiere, el tiempo de espera para la primera cita es de unos tres meses, la duración de la consulta será menor (que en la privada) y la siguiente cita será muy tarde, por lo que pensará que su problema no tiene cura cuando sí la tiene».

«En España no se trata bien la depresión. Un estudio realizado en nuestro país muestra que el 40% de las personas con depresión no está en tratamiento y menos de un tercio de los que sí lo están reciben un tratamiento que sigue mínimamente la evidencia», sostiene Cano quien añade que no es un problema de dinero como evidencian las guías NICE, todo lo contrario: «La OMS ha advertido a los países occidentales que su economía no es sostenible en el futuro por problemas de salud mental, sobre todo por la depresión. En España, estamos gastando más de 20.000 millones de euros en mal atender la salud mental.

Fuente: El Mundo; Ángeles López.