04 Jul 2019
J julio, 2019

Westfalia a río Bravo

Baltasar Rodero

Westfalia a río Bravo. Diferentes circunstancias, me han permitido tener una dilatada conversación, con un migrante del norte de África. Uno, es obvio, por la lluvia diaria de noticias de todo tipo, tiene idea aproximada de la realidad de las migraciones, pero ocurre como  todo en la vida, no es igual que te comenten un accidente de circulación, que lo presencies físicamente, el realismo de la visión en directo te da una perspectiva mucho más rica.

Lo que ocurre es realmente aterrador, dramático, inhumano, como una mala película, salpicada de colores surrealistas, junto a la presencia de bolas de fuego que asolan, aniquilan y desertizan ciudades, pueblos y paisajes, en un tsunami de llamas violentas, y todo ello aderezado por el egoísmo y la codicia que destruye, y destruye a su paso todo lo que encuentra, allanando así las dificultades de la penetración en los subsuelos, donde descansan las diferentes materias primas, cuya extracción la dificulta la vida de seres y cosas. Es como un cuadro de fantasía.

Pero en las persecuciones, acosos, malos tratos, destrucciones, hambrunas, desolaciones y muertes en general, que exige la huida de los diferentes nativos, la huida comienza en principio para poner tierra por medio de las desolaciones, el hambre y la muerte, pero en su camino surgen las mafias, que como carroñeras y sin pudor, y desde el mayor grado de egoísmo, exigen de la miseria sus últimas pertenencias, y así, desnudos de alma y cuerpo, les lanzan sin control hacia la aventura, en muchas ocasiones con un final desgraciado. Recordemos como ejemplo la imagen reproducida en estos días por TV, de río Bravo.

Es aterrador, vergonzoso, indigno, además de humillante para todos, para ellos y nosotros, poder observar cómo se amontonan cual animales, en guetos fabricados sin pudor, en Kenia donde acaban muchos Somalíes, en Tanzania donde acuden en masa del Congo, en la India, donde se recolocan de Sri Lanka, mas de 70.000, en Turquía donde convergen los de extremo y próximo Oriente, en Uganda, que crece cada día a base de Congoleños, Ruandeses, y Somalíes, en Etiopia, donde acuden especialmente Somalíes, etc. Se puede afirmar que en el año 2018, el número de migrantes ha superado la cifra de los 50 millones.

Es impresionante observar cada mañana, como cientos de migrantes entre los que hay muchos niños, engulle el Mediterráneo, como enorme cementerio sin lápidas recordatorias, y de forma simultánea la resistencia organizada y orquestada, por algún partido político, enfrentándose a su acogimiento.

Europa hace muchos siglos que comenzó a dar pruebas de madurez y de estabilidad social, costó mucho su aprendizaje, fue un parto muy doloroso, que se puede decir que comenzó con la guerra de los 30 años. Las religiones dirigían los intereses de los diferentes países, dificultando fanáticamente sus relaciones de cooperación, abocando así a un enfrentamiento fratricida, que va a terminar con la reordenación de nuevas fronteras, después de la desaparición de más de 20 millones de individuos.

Llegó con la paz de Westfalia, un mundo nuevo, con ideas nuevas, significando la importancia esencialmente de la cooperación, del entendimiento, y del respeto a los diferentes países, surgió el estado soberano, y nació el significado de colaboración, desde la libertad religiosa.

Se pusieron los cimientos de  una nueva forma de entender las relaciones humanas, comenzó una etapa de desarrollo y crecimiento, se abrieron nuevos campos de entendimiento, se alcanzó cierto equilibrio, además de un ostensible grado de bienestar, y se pensó que jamás se viviría algo igual, que el enfrentamiento conlleva  destrucción,  desgracia y miseria, además del hundimiento moral y material.

Pero el individuo no aprende lo suficiente, y volvió a caer en el mismo grosero error, en dos ocasiones más, dos guerras mundiales que asolaron al mundo, y en las que se perdieron cerca de 100 millones de vidas, con la pérdida de más del 50% de las ciudades europeas, provocando ruina, y caos, en todos los rincones.  

En el momento actual, estamos asistiendo al olvido del pasado, que está ahí, a nuestro lado, hemos comenzado un permanente rearme bélico, además de costoso, que invita a su utilización, no sé con qué motivos o circunstancias, ni para qué, cuando somos nosotros nuestros propios enemigos. Gesto caro e innecesario, cuyo fin en principio es parapetarnos frente a los otros, que declaramos enemigos, y cuyo arsenal tenemos que mantener, además de utilizar, provocando un dispendio económico, absurdo y estúpido.

Por otra parte, surgen individuos desazonados, faltos de madurez y serenidad, además de con el defecto de la ausencia, de los básicos valores morales, que despreciando el significado de bienestar, de colaboración, armonía y respeto al otro, provocan y azuzan enfrentamientos, acosos y castigos, a los que definen diferentes, por pertenecer a otra raza, cultura, religión o tener otro color su piel.

Y junto a esto, además, su ceguera de rabia e ira, les hacen inconscientes de la necesidad de la reposición de las poblaciones, nuestro envejecimiento es claro, a la vez de alarmante, la mortalidad en nuestro medio supera a la natalidad, se hace pues necesaria e imprescindible la  invasión de otras poblaciones, que nos permita rejuvenecer la nuestra, de no ser así al final nos extinguiremos, eso sí, queriéndonos mucho en la fantasía, porque no nos podremos atender.

Hoy, aunque objetivamente el mundo está mejor, se disfruta de más libertad, cultura, educación, mejor sanidad, mejor salud y bienestar, de una alimentación más equilibrada, y de una sociedad más comprometida, y consciente de la realidad en la que vive, también es cierta la existencia de desastres naturales, del cambio climático, del hambre y de la desigualdad de los individuos, de la violencia machista, de la tensión bélica creciente, del egoísmo frente al comercio mundial, que repercute empobreciendo al individuo de a pié.

Lo cierto, según diversos estudios, es que el cerebro siempre se queda con lo negativo, éste protagoniza su presencia frente a lo positivo, pero es incuestionable el drama en el que viven más de tres cuartas partes de la población del planeta, no solo por carecer de lo mínimo para poder supervivir con cierta dignidad, sino porque muchos de ellos se sienten maltratados, acosados, perseguidos, violados en sus derechos, e incluso asesinados.  

Fuente: Dr Baltasar Rodero. Psiquiatra. Julio 2019