07 Ago 2020
J agosto, 2020

….Y a ti adolescente

Baltasar Rodero

A cuantos huyen de sí mismos en busca de una identidad, a los insatisfechos, inseguros, itinerantes que deambulan sin sentido concreto, a los disidentes, a los que protestan desordenadamente, a todos aquellos situados entre los 13, 15, 23, 38, 51, o 79 años, porque a esta edad, además de determinada indumentaria, hay quien presume de rompedor, a todos estos, y a todos aquellos afines, hoy deseo mandarles un mensaje de serenidad, de paz, de descanso, y la súplica de un comportamiento ejemplar.

Nuestra situación como sociedad es crítica, de forma especial por la pandemia y sus consecuencias, enfermos, enfermos muy graves en situación de coma, fallecimientos, pérdida de puestos de trabajo y ruinas económicas, padres con hijos menores en paro, jóvenes en sus primeros pasos sociales de responsabilidad, carentes de expectativa, adultos que buscan su estabilización económica, trabajadores en general que luchan por llevar cada fin de mes, el sustento económico de la familia, grandes empresas cuyo objetivo es el de mantener el nivel de producción, y con ello la plantilla de trabajadores, etc., todo esto y algo más está en peligro, está en un momento de equilibrio absolutamente inestable.

Porque siguen los fallecimientos de compatriotas, hijos que se quedan sin sus padres, a la vez de padres que se quedan sin sus hijos, amigos, vecinos y conocidos, situados en la penumbra de la noche, a la vez de amigos, vecinos y conocidos y no conocidos, que tienen que acudir a Cáritas, u otras ONG, por una ración de comida.

Cuanta frustración por empleos no consumados, o por despidos no esperados, cuanta desgracia al no poder responder a las necesidades esenciales de los hijos, y cuanta tristeza, cuando el padre o la medre, a los que tanto debemos como baluartes de la sociedad en la que vivimos, nos abandonan en el silencio de la soledad más absoluta, por un comportamiento irresponsable, de un familiar, amigo, vecino, o ciudadano de la calle.

La tristeza, la pena, o el dolor, son más profundas cuando lo podemos evitar, porque todos sabemos que lo podemos evitar, porque somos nosotros el virus, vive en simbiosis con nosotros, de tal forma que es parte de nuestra sustancia como seres, es nuestra permanente mochila, presente siempre en nuestros actos, de tal forma que, si nos exigimos el esfuerzo de cierta responsabilidad, casi es imposible que deambule entre nosotros, porque nos convertiremos en sus carceleros.

Se ha demostrado, que donde mejor vive, donde más cómodo se encuentra, donde más se divierte, es en las aglomeraciones, cuando la convivencia física es muy cercana, cuando nos convertimos en la sombra de los otros, y que puede ser, desde la celebración de un bautizo o de un velatorio, o la celebración de una boda, hasta llegar al griterío y el jolgorio de un botellón, o al cachondeo y las risas de una barbacoa.

Todos los actos citados, son especiales o singulares en nuestras vidas, a los que hemos sabido responder siempre en su correspondiente tono, pero que en estos momentos exigen un renglón distinto, una actitud diferente, una responsabilidad exquisita, cuyas normas son de general aplicación, y todo ello porque pueden ser el preludio del caos, del fracaso, del terror, de la frustración, e incluso de la muerte.

Esto significa que hemos de adaptar nuestro comportamiento a la realidad que vivimos, como lo hemos hecho y seguimos haciendo en multitud de situaciones, la propia vida nos habitúa a estos cambios, por lo que se requiere solamente tener conciencia de nuestra realidad.

Nada tiene que ver el comportamiento de un bachiller, en el recreo, en clase, o en la biblioteca, o el del soltero que ha optado por vivir en pareja, son situaciones que demandan diferentes actitudes personales y sociales, o la forma de ser de un trabajador en su puesto de trabajo, o en los momentos de ocio, podemos adaptar nuestro comportamiento a casi cualquier exigencia, y mucho más a ésta cuando está en cuestión hasta la vida.

Todos pues sabemos y podemos adaptarnos, conducimos por la derecha sin planteamiento alternativo, sabemos que es necesario y positivo, y que además es una norma establecida. Si esto es así, ¿Por qué poner en riesgo nuestra vida y la de los demás?, ¿Por qué poner en graves dificultades económicas, a familiares, amigos, vecinos y sociedad en general?, ¿Por qué luchar por restringir becas, plazas de universidades o de otro tipo de centros de enseñanza, así como limitar nuestro servicio de salud, y los diferentes planes de investigación? Todo esto y mucho más está en juego.

Todos los grupos normalmente son plurales, situándose en los mismos todo tipo de individuos, con distinto temperamento, carácter y comportamiento, sería bueno, que aquellos ciudadanos responsables, se mostraran como lo harían contra él depredador social, siempre responsable del bulín o del maltrato. No debemos participar jamás, o colaborar, contrariando nuestro sentido cívico, además del común, en actos que directamente perjudiquen gravemente nuestra convivencia, y su nivel de bienestar.

Autor: Dr Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander, Agosto 2020