Perplejo y desconcertado y agitado, moviéndome en un mar de confusiones, observo en la pantalla de la TV, cuando buscaba un momento de relajación, una narco lancha de muchos metros de eslora, movida por unos motores fueraborda de muchos litros, que daba la impresión de un bólido de fórmula uno; torear literalmente, a una sencilla y frágil embarcación, que pilotaban unos guardias civiles, cuya orden parece que era, la de detener la narco lancha y apresar a sus tripulantes. Esta, se exhibía, dando motivos de excitación y aplausos del público que lo presenciaba, procediendo a dar pases, rápidos y seguros, por delante de la pequeña embarcación, junto a otros pases en condiciones parecidas por detrás de la misma, hasta que, después de un número indeterminado de pases, en los que publicitaban toda su fuerza y velocidad, la faena macabra terminó, con el pase de la narco lancha por el centro, atacando de lado a la pequeña embarcación descrita, pasándola por encima. Los guardias civiles, que parece que respondían a la orden, de detener la narco lancha y arrestar a sus tripulantes, fueron literalmente triturados. La orden recibida, era totalmente inadecuada, por la imposibilidad de poder ser realizada, es como tratar de, domesticar a una bestia con una sencilla capa, en medio del campo diáfano, donde la bestia al verse acorralada siempre ataca, y se deshace violentamente de cualquier obstáculo.

No es fácil entender la exhibición descrita, aplaudida y jaleada por el público asistente, gritando expresiones como, “a por ellos” y otras lindezas, en la que se mofaban ante el espectáculo, en el que unos potenciales contrabandistas delincuentes, atacaban de forma impune a la autoridad, representada por guardias civiles en acto de servicio,  que no hacían más que cumplir con la orden de, vigilancia y control del tráfico de drogas en las aguas marítimas y adyacentes de Barbate, y alrededores; trabajo plausible, porque están evitando problemas de, además de orden público, sanitarios y de orden económico y social, de aquí la necesidad de estar siempre a su lado apoyándoles, de aquí, la repugnancia y rechazo que provoca lo sucedido. A todo el mundo le asiste el derecho de luchar por su supervivencia, y la de los suyos, pero eso no implica que contravenga las normas que todos nos hemos dado de convivencia, sin las que todo sería una selva, tan salvaje como profunda.

Barbate es una zona pobre, arenosa y con escasos medios de producción, hace tiempo por la cercanía con África, encontró una vía de obtención de dinero, relativamente fácil, vía que ha ido dando bandazos, pero que últimamente se ha instalado en la zona y creciendo en sus alrededores, hoy parte de sus pobladores vive del tráfico de drogas, para lo que se han dotado de la tecnología más avanzada, de tal forma, que  la guardia civil no puede conseguir el control para el que está allí situada, al ser sus capacidades tecnológicas de menor eficacia, que la de los narcos. Es algo que ha de cambiar con urgencia, porque la vida sigue, y junto a la pobreza de la zona, y el enorme índice de paro, al probar la entrada de un dinero con cierta facilidad, y muy escaso riesgo, se corre el peligro, que con el tiempo vaya permeando en los terrenos de alrededor, igual de pobres y también desasistidos, de tal forma que muy pronto, podamos encontrarnos al nivel de algún país centroamericano, con las dificultades que eso conlleva para su reordenación posterior.

Es urgente pasear por la zona, y observar de cerca las necesidades que son todas; la pesca, junto a instalaciones industriales para su trasformación, el turismo, es una zona de enorme potencial, al disponer de enormes playas y de un clima amable casi todo el año, podrían ser los dos pivotes sobre los que se comenzara la reconstrucción de la zona, y con el  empleo hoy escandaloso. Es urgente la respuesta, porque estamos en un punto de plena degeneración o degradación cívica, del que ya hemos asistido a una prueba macabra. La urgencia apremia.

Además se hace necesario un plan educativo, en el que se entienda, que desde el principio de la vida el individuo se dio normas de convivencia, normas cuyo respeto por parte de todos, nos permiten convivir, estar los unos con los otros, cooperar, ir de la mano, hasta los animales disponen de sus códigos de comportamiento, definámoslos y respetémoslos, de lo contrario la vida no vale nada, todo sería desorden, y nos regiríamos por los sentimientos y emociones, que en ocasiones no se pueden controlar.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2024