La rabia puede provocar en nosotros multitud de efectos y seguro que piensas todos de manera negativa. En este artículo vamos a mostrarte la importancia de expresar emociones, cómo canalizarlas y cómo utilizarlas en beneficio propio viendo su lado más positivo.
La rabia que nos genera situaciones cotidianas como la deslealtad de una pareja o amig@, un problema en el trabajo, miedos, situaciones injustas, etc. pueden convertirse en un canal interior para conocerse a si mismo e impulsa a ponerse en acción y defenderse. Dar la vuelta a situaciones donde nos vemos «agredidos» física o emocionalmente, es un trabajo de autocontrol difícil de alcanzar.
Tras un curioso estudio realizado por Mario Mikulincer, de la Universidad Bar Ilán en Israel, se extrajeron conclusiones muy interesantes. Aquellas personas que vivieron como respuesta personal una situación de rabia frente a un desafío, supieron reaccionar de manera más positiva, constructiva y resolutiva que aquellas que solo sintieron decepción.
Se pudo comprobar como el cerebro humano en una zona del córtex orbitofrontal relacionada con la conducta orientada a objetivos, se activaba ante situaciones de enfado convirtiéndose en un potente motivador.
Lógicamente hablamos de un enfado controlado, redirigido y canalizado. Una rabia y un enfado dentro de unos límites que no superan la agresión física, la violencia o la destrucción. Hablamos de un enfado donde no se pierden los papeles y se aprovecha el lado más positivo en nuestro beneficio.
La importancia de expresar emociones podemos verla en los beneficios que aporta la canalización de la rabia:
Favorece la creatividad
La rabia nos hace ser más creativos aunque no seamos conscientes. Esto es debido a que frente a una situación de conflicto, necesitamos encontrar nuevas salidas para resolverlo. Nuestro cerebro se activa y encuentra soluciones nuevas para salir de la frustración y el aburrimiento.
Es una energía que vence obstáculos
La rabia es una fuente de energía que te impulsa a luchar contra tu agente agresor, ya sea una persona, una amenaza, una injusticia, etc. La rabia permite establecer límites y reaccionar ante aquello que vives y te hace daño.
Permite aceptar pérdidas
Al tratarse de una de las emociones que aparecen en el duelo, la persona empieza a aceptar la pérdida y se rebela ante la dolorosa situación.
Ayuda a crecer
La rabia es capaz de retarte para ver hasta dónde puedes llegar. Así como un bebé desde los 6 meses ya siente rabia y frustración al no conseguir lo que quiere, utiliza la rabia para conocer los límites y saber hasta dónde puede llegar. En el caso de los adultos, es muy similar. Si el individuo tiene marcados unas líneas rojas que no quiere sobrepasar y la ira es producto de un enfado ante una situación del presente que se puede cambiar, entonces el individuo querrá saber de qué es capaz de hacer y qué puede alcanzar. Se convierte en una persona más consciente de cómo es y de sus propias necesidades.
¿Cómo conseguimos esto? Utilizando la rabia de una manera reflexiva. Solo parándonos a pensar conseguiremos transformar la energía propia que desprende la rabia en tomar decisiones y cambiar la estrategia adecuado a aplicar. ¿Fácil? ¡Que va! Nadie ha dicho que lo sea, pero… ¡en el equilibrio está la virtud!
Fuente: El Mundo. Isabel Serrano-Rosa.
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