Nuestro entorno condiciona nuestros miedos

¿Qué llevamos en nuestra mochila diaria de miedos? ¿A qué tenemos miedo? ¿Nos condicionan las costumbres de la sociedad? En este artículo encontraremos respuesta a estas preguntas y veremos cómo nuestro entorno condiciona nuestros miedos sin que nos demos cuenta.

El ser humano camina por la vida con una mochila de miedos. Algunos llevan más peso que otros pero como sociedad global, cargamos también con mochilas con exceso de peso injustificado.

Es habitual que las personas tengan miedos inexplicables. Fobias más o menos intensas que pueden limitar nuestras vidas. Fobia a las alturas (acrofobia), a las arañas (aracnofobia), a la oscuridad (mictofobia), etc.

Las fobias se clasifican en dos grupos: de baja y alta intensidad. Las de baja intensidad se caracterizan por ser más cotidianas, están siempre ahí y, precisamente por eso, acaban influyendo en nuestro carácter. Ejemplos claros de miedos de baja intensidad son el pánico a sufrir un accidente de coche o un robo. Podemos volvernos más inseguros y vulnerables.

Las fobias de alta intensidad son miedos más personales. Son situaciones que posiblemente no se den nunca en nuestras vidas y que por lo tanto no nos perjudica en el día a día. La probabilidad de que suceda es bajísima. Las más habituales son las fobias a las arañas, serpientes, atentados, etc.

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¿QUÉ DIFERENCIA HAY?

Las fobias de baja intensidad afectan más a la sociedad común. Constituyen a menudo territorios comunes determinados culturalmente.

Los usos y costumbres de cada sociedad forjan una serie de manías que se reiteran en los individuos sin que haya una explicación coherente. Hay sociedades desarrolladas que «comparten» miedos que no tienen nada que ver con los miedos de sociedades menos desarrolladas.

Gracias a numerosos estudios realizados por revistas especializadas de psicología y psiquiatría de Estados Unidos y Reino Unido, se ha extraído un ranking de los miedos comunes de la población. Sorprendentemente en la cultura occidental, los temores compartidos responden a hechos que posiblemente no sucedan nunca.

La fobia más común es la de hablar en público, seguida de la volar, la aracnofobia y la mictofobia. Es curioso como en sociedades más rurales éstas no aparecen en el ranking.

Ahora bien, si son cosas que difícilmente van a suceder, ¿por qué tenemos miedo?. He aquí la respuesta más obvia: nuestro entorno condiciona nuestros miedos y es la cultura lo que los determina y no los hechos.

Las fobias se dan en muchos niveles sociales: a nivel de sociedad global, a nivel laboral y familiares. Se ha visto como los miedos comunes de los trabajadores se elevan a la enésima potencia. Las posibles represalias, las actitudes de la jerarquía para con sus inferiores y un largo etcétera de acontecimientos y maneras de dirigir conforman temores organizativos que se contagian entre empleados.

En una familia, los hermanos pueden compartir o tener fobias similares. La raíz de esto no es su personalidad. La raíz son los hábitos de su hogar y la herencia que han recibido en casa.

¿CÓMO PODEMOS TRATAR LAS FOBIAS?

Si lo pensamos bien, las fobias, los miedos, son irracionales. Son reacciones descontroladas que podemos canalizar. La base de esta canalización es la lógica, la información contrastada, la comunicación y el trabajo en equipo.

Se trate de una fobia de baja o alta intensidad, el individuo debe racionalizar las probabilidades de que suceda y ser consciente del control que puede tener sobre ellas.

En caso de fobias heredadas culturalmente se superan mejor en compañía. Porque el miedo de un equipo de personas es inferior al de un individuo aislado.

Ahora que hemos hablado sobre cómo nuestro entorno condiciona nuestros miedos, analiza tus fobias y determina la naturaleza de las mismas. Puede que te sorprendas!!

Fuente: El País Semanal. Fernando Trias de Bes.