«Es como una droga para mi». «No puedo vivir sin el/ella». ¿Has oído alguna vez estas frases? Seguro que si y por todo lo que nos une desde que lees nuestro blog, esperamos que no las hayas dicho nunca. Y es que a veces nos enganchamos a personas que no nos convienen y sufrimos. ¿Por qué cuesta tanto dejar una relación tóxica? Veamos qué sucede!!
No es que las personas tengamos un sexto sentido para detectar personas que no nos convienen pero sí hemos desarrollado una emoción primaria que nos pone en alerta cuando algo no nos gusta. Se llama «asco» y podemos sentirlo cuando comemos, olemos, vemos algo desagradable. También existe el «asco» moral y sirve para detectar situaciones de riesgo en el trato con los demás.
Este asco nos lleva a repudiar al que tiene conductas inapropiadas y se salta las reglas establecidas por la biología, la psicología y la ética.
De esa persona lo único que queremos es tenerla lejos de nosotros, de nuestras vidas. Intentamos ser prudentes y evitamos que nos haga sufrir. Lo que ocurre es que no siempre lo conseguimos y la realidad se come a la teoría.
Hay personas que se convierten en droga para otras y no pueden sentirse bien si no están a su lado. Estas son personas tóxicas y son relaciones tóxicas.
Las relaciones tóxicas están basadas en el menosprecio de uno hacia otro, normalmente de la persona más narcisista a la menos narcisista. El más narcisista sufre un deseo irefrenable de satisfacción propia sin tener en cuenta las necesidades del otro. Le avergüenza, utiliza el sarcasmo y la humillación, el abuso e incluso la violencia velada o descarada.
Es obvio que la otra persona se siente incómodo con el trato pero no es capaz de romper esa relación ¿Por qué? Lo vemos a continuación porque existen mucho motivos científicos difíciles de combatir:
- Uno de los motivos más frecuentes es el pensamiento de «va a cambiar por mi, porque me quiere». La persona dependiente no pierde la esperanza de que su compañero cambie y deje de tratarle así. En realidad, es una forma de engañarse para no afrontar el miedo a la separación.
- Cuando eres la parte más débil de una relación tóxica tiendes a desdibujarte. Dejas de verte como eres, pensando que eres y vales menos. Esto es debido a que la forma de actuar de la persona más narcisista es desvalorizando al otro. Eso genera muchos complejos en la pareja, que puede dudar de sí misma y sentirse culpable hasta sentirse invisible por el miedo a la respuesta del otro. Este es el perfil más habitual en las relaciones de maltrato: comienza la fase del destrozo emocional, puede que físico también y luego llega el arrepentimiento. La persona que sufre el maltrato al no verse capaz de plantar cara y tener su autoestima muy bajo, tiende a perdonarle.
- Otro motivo es el llamado efecto rebote y consiste en que el cerebro, a través de los circuitos neuronales del apego, ha evolucionado para asegurar que nos costaría estar solos, y es que está pensado para vincularnos a otra persona. Romper el vínculo se convierte en una situación amarga a la que no estamos preparados. Existe casi un dolor físico cuando se produce una ruptura y el efecto rebote aparece en forma de recuerdos positivos de esa persona, de esa historia, haciendo olvidar los motivos que te han hecho romper el vínculo.
- La ex relación se convierte en una especie de droga que nos tienta a todas horas. Nadie puede entender cómo te sientes cuando estás con esa persona y no hay nada en el mundo que te haga sentir mejor. Aunque sepas que es dañino para ti, necesitas un solo segundo de estar con el/lla para estar mejor. Es la única persona que, durante segundos, puede aliviar tu angustia por la separación.
- Otro de los motivos es pensar más en la otra persona que en uno mismo. Se tiene la creencia – muchas veces equivocada – de que la otra persona te necesita y tiene mucha dependencia de ti. No quieres romper la relación tóxica por asegurar el bienestar de la otra persona. Se antepone ahí el bienestar del otro por encima de uno mismo.
- Una razón muy potente para no romper con una relación tóxica es el conformismo. Ver como es la otra persona, lo que te cuida, lo poco que te protege, la manera en la que te quiere y a la vez te menosprecia como algo normal y que es lo habitual es un autoengaño que impedirá salir de esa situación. Conformarte con lo que tienes y no ver más allá del horizonte que se te plantea. Si además, hay hijos de por medio, la situación es casi imposible de cambiar. Hay un enorme temor a hacerles daño y aguantamos todo para que sus vidas no se vean afectadas por los cambios de las rupturas. ¡Qué gran error!
- Y por último, podemos destacar otra razón que no se puede controlar: tu historial de vínculos. Si has sido criado en un entorno donde tus necesidades personales eran secundarias con respecto a los demás, serás un adulto que para sentirse bien «necesita» hacer que todo el mundo a su alrededor esté feliz a expensas de ti mismo. En definitiva, tu respuesta es la de un dependiente emocional.
Si por un casual te ves identificad@ con alguna de estas circunstancias por favor, para un momento. Piensa cómo es tu relación, qué te ofrece, qué suma y que resta en ella, qué papel desempeñas y que valor te dan. ¿Te sientes acompañad@ o sol@? Es una pregunta muy difícil de contestarse en el silencio de las noches pensativas pero es prioritario darle una respuesta y un cambio si fuera necesario.
¿Se puede romper con una relación tóxica? SI, SI, y SI!!
Crea un de red de apoyo. Comienza a narrar a tu entorno cuál es tu auténtica situación y pídeles ayuda. No tengas miedo a hablar porque sin saberlo ¡puedes estar ayudando tu también!.
Desvincula. Ir generando estrategias de desconexión como tener tu propio espacio, dar menos información, esperar pocas explicaciones ayuda a generar un ambiente neutro que desapega. El hastío debe estar presente. Escribe lo que te impulsó a marcharte.
¿Quieres una persona tóxica en tu vida? ¡No permitas que reste nada de lo que vales!
Fuente: El Mundo. Isabel Serrano-Rosa.
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