¿Y si estuviéramos persiguiendo algo que no existe?

Nos gritan que ahora «los importantes» somos nosotros mismos. Nos inculcan que debemos buscar nuestra felicidad pero ¿y si estuviéramos persiguiendo algo que no existe?. Llevamos varios años, un par de décadas tal vez, trabajando en nuestro bienestar como pilar fundamental. ¿Es compatible esto con la felicidad de la sociedad de consumo?. Veámoslo!!

La gran industria de la felicidad es un negocio que enmascara las bases ideológicas de la sociedad de consumo individualista y competitiva. No deja de ser un sistema de control social gestado por la sociedad de consumo y sus think tanks. Fundamentalmente está destinado a adormecernos y cultivar nuestra docilidad y perfil consumidor.

Se nos ha inculcado la necesidad de cuidarnos física y mentalmente, de mejorar nuestra autoestima, convertirnos en emprendedores, crear marca personal, conseguir éxito económico, optimización y eficiencia, etc. En definitiva, un culto al ego que nos distancia de la cohesión y el activismo social, anulando nuestra rebeldía y capacidad de reacción ante las injusticias.

Esta pasividad de lucha llevada a las instituciones educativas, sociales, sanitarias y políticas, podrían suponer, según esa lectura crítica, la sumisión sistemática ante todo atropello.

Por ello, igual podemos concluir que tanta psicología positiva no ha cumplido sus ambiciosas promesas de mejora de la condición humana y de las instituciones sociales. Nos replanteamos la pregunta de nuestro artículo de hoy: ¿y si estuviéramos persiguiendo algo que no existe? ¿y si esa responsabilidad del culto al ego no nos ha servido para hacernos más conscientes de nuestras vidas? ¿Y si por encima de todo hay un control del comportamiento dentro de la sociedad de consumo?.

Cuántas preguntas, ¿verdad? De momento, será importante que vivamos día a día, buscando que cada momento sea el que mejor, dejándonos llevar por la sociedad o no, pero nunca sin perder nuestro sentido crítico y luchador.

Fuente: Espacio Misterio. José Gregorio González.