10 factores que hacen más estresante tu trabajo

¿Alguna vez te has parado a pensar en la «salud» de tu trabajo? No tengas en cuenta solo el tiempo para comer algo, la silla ergonómica de la oficina o si la comida de la cafetería es más sana y te ofrecen un área de distracción. Existen 10 factores que hacen más estresante tu trabajo y a los que hay que prestar mucha atención. Sin su cuidado, el trabajo será un lastre personal y puede convertirse en algo crónico.

Atent@ y toma nota:

Falta de autonomía

Todo, incluso el más mínimo detalle, tiene que pasar por el filtro del jefe antes. Sin su visto bueno, el trabajo no puede avanzar. El es quien tiene la última palabra en todo y las decisiones siempre las toma el.

Esta sensación de sentirse atado a la aprobación del jefe deriva en menor productividad, frustración y resentimiento. Es normal sentir que se pierde mucho el tiempo y hace tambalear la confianza y las habilidades.

En muchas ocasiones el jefe piensa que es necesario su recio control ante cualquier cambio y decisión pero no se da cuenta de que está limitando la autonomía de sus trabajadores y ahogando su iniciativa.

Expectativas poco claras

¿Sabes realmente cuáles son tus funciones en el trabajo?¿Crees que algún compañero hace lo mismo que tu? Vivir una duplicidad de funciones es, al fin y al cabo, una pérdida de tiempo. Posiblemente tu compañero ya haya desarrollado lo que tu ibas a iniciar y otras tareas queden pendientes pensando que ya se hicieron. De esta manera, los flujos de trabajo suelen ser irregulares.

Por otro lado, genera una sensación de falta de respeto hacia el esfuerzo propio y ajeno al no tenerlo en cuenta en las tareas a realizar.

Esta situación consume muchos recursos (tiempo y dinero) y energía.

Demandas conflictivas

Muy relacionado con el punto anterior, el conflicto llega cuando tenemos diferentes supervisores que quieren conseguir resultados diferentes.

En función de los objetivos a alcanzar por cada jefe, las exigencias hacia las tareas a desarrollar son muy cambiantes. Lo que antes te decía uno, ahora no le vale al otro y viceversa.

Dentro de estos supervisores puede existir también una jerarquía. En estos casos, ¿quién manda más? ¿a quién hacer más caso?.

Es evidente que lo único que se consigue en estos casos es desmotivar al trabajador y hacer más patente su falta de autonomía. Hacerle sentir poco importante dentro de la estructura de la empresa y hacerle perder su tiempo en el desarrollo de proyectos, generar más estrés.

Interrupciones constantes

La concentración en el trabajo muchas veces se ve amenazada por interrupciones constantes. Una llamada, un WhatsApp, una reunión de última hora, un cambio de planes, etc. Estas interrupciones provocan que el trabajador llegue a la fase de productividad.

El hombre necesita desconectar unos minutos de una tarea para liberar su mente y poder concentrarse de nuevo. Es necesario y producente. Si midiéramos el tiempo real que se dedica al trabajo podríamos concluir que el tiempo empleado no es el mismo que el tiempo productivo.

No podemos exigir 8 horas de continua dedicación al trabajo. Es imposible. Pero sí acotar las distracciones.

Falta de retroalimentación

Es importante hablar con los empleados. Informarles de qué están haciendo bien y qué están haciendo mal. De este modo, refuerzan su autonomía y confianza si reciben una crítica positiva y pueden aplicar cambios para alcanzar objetivos impuestos en caso de ser negativas.

Si la comunicación del jefe hacia sus empleados es nula, éstos pueden reaccionar negativamente ante una crítica constructiva de su jefe. Temor hacia lo que les pueda decir, bloqueo de iniciativa personal o una actitud defensiva pueden ser las reacciones más habituales.

Bullying en el trabajo

Sentirse despreciado, amenazado, ignorado o humillado por compañeros del trabajo es una desgaste continuo que debilita la salud mental.

Las razones no tienen por qué ser solo por diferencias de sexo, raza, etnia u orientación sexual. El maltrato sistemático puede generarse por personas más débiles laboralmente que nos ven como una amenaza para su puesto de trabajo. Por otro lado, puestos superiores que ven peligrar su mando, pueden sentirse amenazados por nuestras habilidades.

Mantener una batalla constante con estas personas consume también muchas energías y provoca vivir diariamente en alerta continua y a la defensiva. Esta situación conlleva un estado de tensión y poca concentración en el trabajo.

 

 

 

 

 

 

 

Falta de conexión

Es importante ser conscientes de qué hacemos en el trabajo y por qué lo hacemos. Saber cuál es el objetivo final de las cosas y pensar que somos necesarios para ello, es necesario para creer en lo que hacemos.

No debemos restarle importancia a las funciones de desempeñamos cada día. Todas son importantes aunque parezcan simples. El conjunto de ellas, hacen algo más grande.

Dependiendo de cómo se enfoquen nuestras acciones, el resultado es diferente. Por ejemplo, no es lo mismo decir: «todo lo que hago es hacer fotocopias» que «parece que hay días que no hago más que fotocopias pero si no las hiciera, estos folletos no llegarían a nuestros clientes».

No hablamos de realizarnos como personas con un trabajo básico pero sí de sentirse satisfecho y comprometido con la empresa.

¿Vacaciones de verdad?

Hoy en día parece que pedirse vacaciones es una posible razón para perder tu puesto de trabajo. Los empleados empiezan a tener miedo de ponerse enfermos o pedir unos días de descanso.

Ese miedo lleva a estar conectados al trabajo siempre aunque estés de vacaciones o en cama. Puede surgir una incidencia que hay que solucionar; hay que tomar una decisión para que la producción continúe; hay que revisar los correos de manera «clandestina» por si hay algo importante… El miedo hace que todo parezca más prioritario que el descanso personal.

No descansar ni desconectar del trabajo produce el efecto contrario: menor productividad y creatividad. El cerebro necesita descansar. Si no descansa, se estresa.

Falta de confianza

No confiar en tu superior hará que tu bienestar mental se tambalee. No solo confiamos en los amigos y en la familia, también lo hacemos en los jefes y cuando éstos fallan, la inseguridad está presente todos los días. El ambiente de trabajo se vuelve más hostil y desconfiado.

Estar siempre atent@ y alerta ante las acciones de tu jefe provoca un aumento de la ansiedad. Como consecuencia, el trabajador puede velar solo por sus intereses personales mostrando una menor implicación en la empresa/trabajo/grupo. Por otro lado, la ansiedad obstaculiza la creatividad y desciende la concentración y la productividad.

Falta de oportunidad

Tener un trabajo que no te permite mejorar, puede convertirse un lastre. Te hace sentir atrapado, ahogado, con menos esperanzas en mejorar el futuro.

No hablamos de convertirnos todos en jefes ni en conquistar el premio Pulitzer o el novel de Ciencias.. hablamos de ir un poco más alto y mejorar. La mejora puede reflejarse en alcanzar más conocimientos, en un aumento de suelto, en adquirir más responsabilidades, en gestionar grupos y proyectos, etc.

La falta de oportunidad en el puesto de trabajo conlleva desmotivación y abandono personal, falta de autoestima e implicación a largo plazo.

Si convives con alguno de estos factores en el trabajo, tu salud mental puede verse afectada. Has de cuidarte. Si está en tu mano, intenta cambiarlo. Si el problema es tu jefe o algún compañer@, intenta hablar con ellos y si nada de eso puede ser.. puede ser el momento del cambio!!

Fuente: Psychology Today. Andrea Bonior Ph.D.