Baltasar Rodero, psicólogos Santander, citado por una Premio Nobel. Recientemente, la Dra. Elizabeth Blackburn (Premio Nobel de Medicina en el año 2009) y la Dra. Elissa Epel acaban de publicar un libro titulado “The Telomere Effect” (de momento sólo disponible en inglés) en el que se recogen los avances más significativos concernientes al mundo de los telómeros. El éxito del libro está siendo tal que ya es uno de los “Bestsellers” para el New York Times.

¿Y qué son los telómeros?

Pues unos complejos de nucleoproteínas situados en los extremos de los cromosomas cuya misión fundamental es la de proteger el ADN de su degradación. A medida que vamos envejeciendo, nuestras células, y por tanto el ADN, se va replicando haciendo copias. La degradación del ADN podría explicarse de la misma manera que si cogemos un folio escrito y lo fotocopiamos. Si repetimos el proceso una y otra vez, veremos que cada vez se va perdiendo más tinta y es menos nítido. Lo mismo pasa con nuestro ADN. Las copias cada vez son más inexactas por eso envejecen nuestras células y nuestros órganos.

Otro de los efectos de la replicación del ADN es que en cada copia, los telómeros se acortan por lo que se considera un excelente biomarcador de edad biológica. Algo parecido pasa con los herretes –los plásticos situados en los extremos de los cordones de los zapatos para protegerlos-. Cuanto más tiempo pasa, más se van desgastando.

Un aspecto muy relevante que la investigación ha evidenciado es que en el proceso de envejecimiento además del tiempo transcurrido, que obviamente es la variable principal, existen otras variables no menos importantes que pueden acelerar o enlentecer este proceso. Por ejemplo, diversos estudios han demostrado que personas cronológicamente con una edad de 50 años fumadoras, con vida sedentaria o índice de masa muscular mayor de 25, podrían tener una edad biológica de 57 años.

Y viceversa. Personas con la misma edad cronológica de 50 años, biológicamente podrían tener 45 años. Debido a que practican deporte con asiduidad, siguen una dieta mediterránea o refieren un descanso reparador.

¿Por qué son importantes los telómeros en psicología?

Pues porque la literatura científica ha demostrado que la variable de “estrés percibido” también está asociada con longitud telomérica. En un estudio que es ya un clásico, se comparó la longitud de telómeros de mamás con niños sanos con mamás con niños enfermos, lógicamente teniendo bajo control la variable edad. Los resultados evidenciaron que las mamas con niños enfermos y que mostraban un “alto estrés percibido” tenían una longitud telomérica significativamente menor que las mamas con niños sanos. Esa diferencia equivalía a 7 años de edad cronológica. Esta conclusión tuvo otra repercusión. Lo que siempre se entendió como estrés, que “se queda en el sistema nervioso” tiene su extensión a nivel celular. Existe el “estrés celular”.

“Entre más de las 200 referencias bibliográficas que componen su libro sólo hay una de un equipo español”

Centro Rodero y “The telomere effect”

Es en el capítulo 5 titulado “Mind Your Telomeres: Negative Thinking, Resilient Thinking”, cuando las autoras citan el trabajo en el que ha participado Centro Rodero. Revisan las conclusiones más significativas en el área de la psicología y cuáles son las estrategias de afrontamiento más adaptativas. Entre ellas, señala dos de las conclusiones  sugeridas por nuestro estudio. La meditación se asocia con una longitud telomérica significativamente mayor y que los mecanismos mediadores de tal proceso podrían ser la NO evitación “experiencial” (aceptación) y la compasión. Más información.

El mencionado estudio en el que participó Baltasar Rodero fue dirigido por el Dr. García-Campayo y sufragado en parte por subvención de la Unión Europea. También recibió el interés de la prensa internacional “The Guardian” y de TVE. Por último, destacar que entre las casi 250 referencias bibliográficas que componen el libro, sólo hay una de un equipo español; el nuestro.

Baltasar Rodero

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